Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,
La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.
Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos;
Afligiste a los pueblos, y los arrojaste.
Porque no se apoderaron de la tierra por su espada,
Ni su brazo los libró;
Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro,
Porque te complaciste en ellos.
Salmo 44:1-3
Contenidos
Historias
Nos gusta escuchar historias. En ellas nos identificamos, no necesariamente con todos los hechos, pero sí con la realidad de afrontar conflictos con obstáculos o con nosotros mismos, y con el deseo de que terminen con un buen resultado, o que nos consuelen, o que nos ayuden a aceptar la realidad.
Además, muchos de nosotros disfrutamos de compartir nuestros propios relatos, los que hemos vivido, visto o leído. Gran parte de nuestras conversaciones se componen de estos episodios cotidianos.
Ver a Dios en nuestra historia
Es bueno pensar y enfocar las historias que hemos vivido viendo a Dios en ellas, aunque no siempre es fácil saber cómo Él ha actuado. Cuando revisamos el pasado, corremos el riesgo de interpretar los sucesos distorsionando lo que realmente ha pasado y viendo a Dios haciendo cosas que quizá no hizo. A veces hasta cambiamos los hechos y nuestros recuerdos. Pero aunque no sabemos con exactitud cómo Dios ha intervenido en nuestra vida, sí podemos afirmar que ha estado ahí. Por otro lado, en ocasiones su presencia ha sido tan patente e inequívoca que podemos hablar de ello con más seguridad.
Por otro lado, no pensemos sólo en nuestra historia individual, sino en la que hemos vivido junto con otros o la que han vivido nuestros antepasados. ¿Podemos ver a Dios en medio de ella? ¿Podemos ver cómo la mano de Dios nos ha llevado hasta el momento en el que estamos?
Esta es la situación de quien escribió el Salmo 44. Se encontraba en un momento en el que parece que Dios no actuaba y les había dejado solos como pueblo. Sin embargo, recuerda la historia de Israel y confía en que Dios ha intervenido a través de ellos a lo largo del tiempo, y eso le da esperanza en que volverá a hacerlo.
Contemos historias
Todo esto me ha hecho reflexionar en lo importante que puede llegar a ser el contar las historias de nuestros padres y de nuestro propio pasado. Historias que nos impulsen a la esperanza, porque los hechos pasados pueden ayudarnos a enfrentar el futuro.
Estas historias, como dice el Salmo hacen que aunque no estemos percibiendo en nuestro presente la intervención de Dios, confiemos en que Él está con nosotros y no nos ha abandonado. Porque recordemos que quienes vivieron las cosas pasadas, también sufrieron la sensación de encontrarse solos, y somos nosotros, que al mirar atrás, comprobamos que Dios sí que estaba con ellos.
Por eso, es bueno aprender a contar historias en las que veamos a Dios haciendo su obra, incluyendo las que tenemos en la Biblia, pero también las que ha vivido la comunidad a la que pertenecemos, y como no, nuestras propias historias.
Porque en definitiva lo que Dios hace en nosotros, no nos pertenece sólo a nosotros, Él es autor de las mismas y quiere que sean contadas.
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