En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Salmo 23:2

¿Qué es lo más importante de un buen lugar para unas ovejas? ¿Estar abastecido o la presencia del pastor? Quizá el salmo no nos lo deja claro de una forma evidente. También es verdad que una cosa va con la otra. 

Sin embargo, creo que al leer estos versículos de forma natural, no importa en qué versión de la Biblia miremos, el énfasis de las palabras está en el pastor. El salmista habla más de él que de los pastos. Hay alabanza más que egocentrismo. De ahí que podemos intuir que la oveja está pendiente de la presencia de su pastor y “a gusto” con que él esté cerca.

Pensando en ello, podríamos poner sobre la mesa al menos tres reflexiones:

  • Con respecto a Dios, examinar nuestro corazón en cuanto a si Cristo, Dios Padre o el Espíritu son personas con las que nos sentimos confiados y “a gusto” o si deseamos sus beneficios sin su presencia.  
  • En segundo lugar, si de alguna forma pastoreamos a otros, ¿estamos haciendo lo necesario para que otros se sientan cuidados y cómodos junto con nosotros? ¿O quizá estamos siendo distantes para sentirnos más seguros? ¿Nos tienen miedo? ¿Pueden descansar las personas cuando están a nuestro lado? ¿Hemos estado cerca en sus valles oscuros?
  • En tercer lugar, como ovejas que somos cuidados, además de a Dios, también podemos reconocer a las personas que nos observan y fijan su mirada en nosotros atentos a lo que necesitamos, a quienes han procurado llevarnos a lugares de descanso, a los que estaban a nuestro lado en los valles oscuros.

Foto de Anne Nygård en Unsplash