Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
La luna y las estrellas que tú formaste,
Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y el hijo del hombre, para que lo visites?

Salmo 8:3-4

La perspectiva de una habitación

¿Cómo puedo ser consciente de la enorme diferencia que existe entre Dios y el hombre o la mujer? En una habitación de mi casa, sentado, frente a una mesa, abro la Biblia, leo el salmo 8, u otro texto de la revelación de Dios, y medito en sus palabras. Uso mi imaginación intentando poner algún tamaño para hacer la comparación. Busco palabras o comparaciones que puedan ayudarme, pongo números y distancias. Trato de alcanzar lo grande que es el universo. Cierro los ojos y me veo desde algún planeta alejado como un ser muy pequeño. Todo esto me ayuda en algo y agacho la cabeza.

La perspectiva de la intemperie

Ahora bien, ¿cuando escribió David este salmo? O al menos ¿cuándo lo ideó o cuándo le inspiró Dios? Al hablar de la luna y las estrellas, parece que lo hizo en la oscuridad. En una noche de hace muchos siglos en la que no había contaminación lumínica y podía ver un cielo limpio y pletórico. 

Quizá este salmo provino de distintas noches, algunas con una luna llena imponente que impide ver las estrellas que están más allá, otras con más oscuridad y con millones de puntos luminosos ante los ojos, algunos de ellos moviéndose de un lado a otro. 

Ahí, en esos momentos, hace falta poca imaginación. La realidad de la pequeñez humana es muy evidente y la enormidad de un Dios que ha creado todo el universo está patente. De hecho, quienes hayamos estado alguna vez en esa situación sabemos que hasta causa temor. Entonces la pregunta no es solamente una cuestión intelectual, y no hay que hacer un esfuerzo explícito para que venga a nuestra mente: ¿quién soy yo? Y si reconocemos que Dios nos mira: ¿pero quién soy yo?

¿Y si salimos?

Quizá, al menos de vez en cuando, será bueno perfilar nuestros estudios y reflexiones a la intemperie de la noche. Nos preguntamos a veces cómo lo que aprendemos en nuestra mente puede llegar al corazón. Esta puede ser una forma que nos ayude. Después de leer comprender concienzudamente la revelación especial de Dios, llevarla en nuestra mente y ponernos en una perspectiva real de nuestro lugar.