Lo que nos ofrece la sociedad actual en la que vivimos, sobre todo la sociedad occidental nos dice a través de formas distintas y de canales distintos: Es posible vivir. Porque tenemos que vivir con esa esperanza, de que es posible la vida. Y nos lo ofrece con cosas que tiene que ver con la vida:
Nos hablan de las relaciones personales, relaciones plenas, ya sea de forma fiel y estable o ya sea de varias relaciones plenas o nos habla de un trabajo pleno o de cosas plenas que podamos hacer y de un descanso y un ocio pleno, etc.
Y lo podemos ver en varios aspectos o varios canales en que nos ofrece y se nos invita a vivir en esa forma de vida.
Por ejemplo, en la publicidad, se vende un producto y muchos de esos productos podemos ver la expresión de la gente diciendo: Si consumes esto, si tienes este coche y conduces este coche por la naturaleza, por la ciudad, te vas a sentir fantástico. Y la gente que aparece en la publicidad aparece feliz. Todos sabemos que poco tiempo después que tenemos ese producto, un coche, un móvil, etc. Al final vamos a sentirnos igual de vacíos e igual de insatisfechos.
Otra cosa donde podemos verlo es en la historia. Ya sea a través de un libro, a través de una película o una serie o cortos. Nos dicen o nos meten en la historia donde durante esa historia nos sentimos vivos porque amamos plenamente, porque vivimos una aventura, superamos un peligro, sobrevivimos a la muerte, etc. Nos plantea cómo vivir plenamente y cómo nos permite vivir «plenamente» a través de la vida de otros.
Pero al final eso también se acaba. Al final se acaba la película, la serie o el capítulo y seguimos viviendo nuestra vida normal con bastante insatisfacción que es lo más normal y lo más propio.
Jesús no la plantea como una oferta más. En una historia se cuenta que se acerca a una mujer de un pueblo (Samaria) y además habían choques entre los judíos y los samaritanos. Pero independientemente de lo cultural, la mujer iba a un pozo a sacar agua y Jesús está en ese pozo y le pide agua para beber. Y a la mujer le extraña: ¿Tú que eres judío me pides agua a mi para que te de de beber?
Y Jesús le dice: Si tú supieses quién soy yo, tú me pedirías agua a mi y yo te daría un tipo de agua de tal forma que ya no necesitarías beber más.
La mujer, con un tono aparentemente burlón, le responde: Pues dame de ese agua que yo no quiero estar viniendo a buscar agua aquí.
Y la conversación gira en torno a otro tipo de necesidades más allá de las físicas.
Esta mujer había tenido una serie de relaciones, y Jesús se lo hace ver y en esa serie de relaciones la mujer había tratado de buscar satisfacer su sed, su ansia y esas necesidades propias e internas que ella tenías y de ahí que Jesús le hable de que él podía, como vida que es, podía y puede hoy en día satisfacer esa necesidad interna que tenemos todos.
Su oferta no es una oferta más, es una oferta permanente.
Para dar ese paso de fe o de confianza, de alguna forma es entendible que nos preguntemos: Bueno, y ¿quién es esta persona? ¿Quién es esta persona que además murió, resucitó y además no lo podemos ver físicamente? ¿Podemos confiar en Él? ¿Cómo damos ese paso de confianza?
Una vez se le acercaron a Jesús dos personas que tenían otro maestro y se planteaban ser alumnos de Jesús en vez de su otro maestro y le preguntaron: ¿Dónde vives? ¿Cómo es tu vida? Jesús les responde: Ven y acompáñame.
Más adelante uno de ellos se lo cuenta a un amigo y le plantea: ¿Quién es? Y le responde, ven y ve y míralo por ti mismo.
El proceso de conocer a Jesús es un proceso de aprendizaje, de convertirnos en alumnos suyos, de observar cómo se hace y hoy en día Él ha provisto la forma de que, aunque Jesús no esté aquí físicamente, podamos observar y ser sus alumnos a partir de ahora.
Cuando entiendes y aceptas que Jesús es Dios, que Jesús estuvo y formó parte y contribuyó al diseño de la vida, es más, que Dios contribuye a que la vida se mantenga ahora, lo que nos lleva a decir es: Jesús debe ser confiable. Debe saber más de la vida que yo mismo y que cualquier otra persona que nos pueda decir.