Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo,
y no me acordaré de tus pecados.
Isaías 43:25
Dios “no se acuerda” de lo perdonado
Son varios los pasajes que hacen alusión a idea de que Dios no se acuerda de nuestros pecados perdonados. Además del texto de Isaías que está citado al inicio, podríamos mencionar Jeremías 31:34 y Salmos 25:7. ¿Significan estos textos que Dios “pierde la memoria” y se olvida literalmente de nuestra historia como nos olvidamos nosotros de la mayoría de los acontecimientos de nuestra infancia?
Aunque algunos puedan defender que es así, que Dios olvida nuestro pecado, hay muchas evidencias bíblicas para pensar que no es esto lo que sucede, empezando por el propio uso de la palabra hebrea zakar (acordarse); esta palabra se utiliza frecuentemente en el sentido de que la persona no trae a su mente algún hecho. Por ejemplo, el profeta Jeremías recoge una oración comunitaria en la que se le pide a Dios “acuérdate de nosotros” (Jer 14:21); pero Dios no había “olvidado” a Israel en el sentido de borrarlo su mente, lo que la oración implica y pide es que les tenga en cuenta, que los tenga presente, que no los abandone.
De hecho, en el mismo pasaje de Isaías 43, y utilizando la misma palabra que en el versículo 18, es Dios quien en esta ocasión les dice al pueblo “no os acordéis de las cosas pasadas”. Dios no pide que se olviden, porque además no podemos tomar esa decisión. Lo que les pide es que no tengan presente lo que ya pasó, que no lo traiga constantemente a la mente. Dios le pide a Israel que vivan sin tener en cuenta su pasado.
Formas de no recordar
Por tanto, es bueno tener en cuenta que “olvidar” o “no acordarse” puede significar dos cosas:
- En primer lugar, borrar de nuestra mente unos acontecimientos. Esto es algo que sucede, no podemos tomar la decisión de hacer esto. Es más, si lo intentamos puede que lo fijemos más en la memoria y por el contrario, a veces ocurre que olvidamos sin desearlo (como el recuerdo de los rostros de personas queridas).
- En segundo lugar, no traer algo a nuestra mente por voluntad propia de manera que consigamos que los estímulos que puedan hacerlo, ya no lo consigan . Esto no quiere decir que ya no seamos capaces de hacerlo, podríamos si quisiéramos, pero no queremos, no tenemos necesidad. Claro, que tampoco es tan fácil, sólo sucede si se producen previamente otra serie de cosas, como el decidir no guardar el rencor. En este sentido Dios olvida y al vernos lo primero que viene a su mente no son las cosas horribles que hemos hecho, no las tiene en cuenta,es como si no hubieran pasado y de esta manera “ya no se acuerda más de ello”.
Las deudas pasadas.
Podemos ver un ejemplo claro de esto en la parábola que contó Jesús de los dos deudores (Mateo 18:23-35):
Un hombre poderoso, haciendo cuentas, pide a un deudor la devolución de una enorme cantidad de dinero. Al no tenerla, éste le ruega que le de más tiempo, y en vez de acceder a su petición, lo que le concede es el perdón completo de la deuda. Al salir de la presencia de su benefactor, el hombre perdonado se encuentra con alguien que a su vez le debía una pequeña cantidad de dinero entonces le reclama con violencia que se lo devuelva. Cuando el hombre poderoso se entera de lo que ha pasado, decide volver a exigir el cumplimiento de la deuda que previamente había perdonado.
En esta historia podemos ver la actitud de alguien que no perdona. Lo que le sucede a este hombre es que cuando ve a quien le debía poco dinero, “se acuerda”, le viene a la mente: “este me debe”. No deja de traerlo a su mente y además no quiere. Y mientras lo recuerde, lo único que marcará la relación entre ambos es la deuda: “asiendo de él, le ahogaba diciendo: págame lo que me debes”.
El perdón sólo se da cuando al ver al otro, muchas cosas vienen a la mente antes que el daño que se te ha hecho. El perdón llega cuando al verlo, puedes relacionarte con él libremente , sin que ese daño perdonado interfiera. Claro que esto sucede muchas veces en un proceso largo, y quizá por eso dijo Jesús que tenemos que perdonar “setenta veces siete” (18:22).
A veces escuchamos “perdono, pero no olvido”. Esta frase, aún cuando incluye algo de verdad, en realidad está diciendo “perdono, pero lo sigo teniendo en cuenta” y cada vez que ve al otro, recuerda el daño, no puede evitarlo. Si este es nuestro caso, no hemos perdonado. Y quizá ni siquiera lo deseamos.
Concluyendo
¿Y cómo se consigue eso? La misma parábola quizá nos da una respuesta: reconociendo lo que se nos ha perdonado a nosotros.
Lo tremendo de la historia es la siguiente pregunta: ¿qué tipo de persona después de habérsele perdonado una cantidad enorme de dinero reclama después algo de calderilla utilizando incluso la violencia? Sólo alguien que no ha comprendido o no le importa la deuda que le pesaba antes y que no ha considerado el costo de la renuncia a reclamársela por parte de quien le perdonó.
La cuestión estará en quedarnos tan prendados de quien nos perdonó que nuestro deseo será imitarle , tomando la decisión de aprender cada día más de él.
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Poderoso.
Gracias!