Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

Josué 1:8

Me gustaría compartir varios ejemplos o ideas de lo que puede significar “guardar la Palabra de Dios”. Algunas veces se menciona que “guardar” es lo mismo que “obedecer”, sin embargo, quiero proponer que es algo diferente, aunque siempre llevará a obedecer. De hecho, es lo que permitirá que obedecer sea posible.

Aunque no soy un experto en hebreo, la palabra “guardar” puede traducirse en español como: observar, mantener, prestar atención. Indica una variable de tiempo. Por tanto, no representa una acción final, la obediencia en sí misma. Si atendemos al texto de Josué 1:8, se explica precisamente como algo previo. 

  1. No te apartarás
  2. Meditarás
  3. Guardarás (previo a la obediencia)
  4. Harás lo que está escrito (obediencia)
  5. Prosperar el camino y todo irá bien (consecuencias de todo lo anterior)

Guardar es tomar una decisión de que algo que valoramos permanezca. Hacer todo lo posible por retenerlo. En ello entra la memoria, retener, meditar, interiorizar.

¿Cómo entra el agua en la tierra? Son dos cosas fundamentales: que el tipo de suelo permita que el agua entre y que el agua permanezca el tiempo suficiente en la superficie para que cale. Por eso, palabras que nos permitan comprender esta idea son: “calar”, “asimilar”, “profundizar”, “interiorizar”. Todas estas ideas representan un tiempo, un proceso. 

El caso es que nuestro corazón es lo suficientemente permeable para que algo siempre cale. Si no cala su palabra, otra cosa lo está haciendo.

¿Cuáles son las implicaciones de este “guardar”? Guardar su palabra es procurar estar cerca continuamente de ella (no apartarás de tu boca, meditarás). Por un lado es hacer lo posible para aprender de ella: leer, meditar y memorizar. Y memorizar es imprescindible, no una opción más. Es posiblemente lo que más se acerca a “guardar” y lo que precisamente permite “meditar”. Una vez que esté en nuestra mente, reflexionar y pensar sobre ello. Es el proceso, eso es guardar, dejar que Dios actúe por medio de su palabra en nuestro corazón.
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