Por toda la tierra salió su voz,
Y hasta el extremo del mundo sus palabras.
Salmo 19:4
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Comunicación
El universo en el que nosotros formamos una pequeña parte está estrechamente conectado. Por lo poco que me han enseñado sobre cómo funciona, ya que no soy experto en nada de esto, las fuerzas gravitatorias están organizadas de tal manera que estrellas, planetas y satélites pueden convivir juntos sin molestarse demasiado. Esto sería solo una pequeña muestra de la perfección y mutua influencia. En nuestra tierra también lo vemos continuamente. La naturaleza está diseñada para sobrevivir relacionándose, tanto los seres vivos como las cosas inertes.
En este universo todo es relación y por tanto comunicación. Las palabras del salmista, aunque no era un científico, brotan de un sentido común: por toda la tierra hay voz, comunicación. Y en ella debe escucharse a quien lo creó todo.
Un creador relacional
Si en nuestro mundo vemos que la relación y la comunicación es tan natural como la vida, lo lógico es pensar que quien lo creó debe relacionarse con su universo y por tanto, estará tratando de hacerlo también con los seres humanos.
Es curioso que a Cristo se le llamó “la palabra”, “el logos”. O lo que es lo mismo, la comunicación, la revelación. Cristo fue la respuesta de Dios para hacer efectiva la posibilidad de relacionarnos con él.
Él habló vocalmente lo que Dios mismo quería decir. Pero no sólo fue lo que habló, sino que en todo su ser se pudo contemplar a Dios mismo. Seríamos necios si no le prestamos atención.
Foto de Greg Rakozy en Unsplash
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