Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.
Salmo 119:105

Historias con sentido

Cuando leemos un libro de ficción o vemos alguna película, conocer su final nos permite dar significado a los hechos que los componen. La gran mayoría de historias las contamos para que tengan un relato cerrado y coherente.

De la misma forma, puede que deseemos tener una visión clara del  desenlace de nuestra propia historia que dé sentido a cada una de nuestras decisiones y actos. Si Dios nos dijera qué es aquello que tenemos que alcanzar, sabríamos hacia dónde movernos y empezaríamos a caminar. Porque pensamos que nuestra vida debe ser algo así como una novela con un proyecto bien definido.

Sin embargo, salvo excepciones, la vida de las personas no es así. Vivimos hasta morir y son numerosas y variadas las responsabilidades que han caído en nuestras manos. Algunos alcanzan ciertos resultados más claros que pudieran interpretarse como logros que moldean su propósito, pero otros muchos no tanto. 

Y es que la vida en Dios puede ser definida más por saber hacia donde damos el siguiente paso que por saber el final. De hecho, dos cosas que tenemos que tener en cuenta son que la historia que se “está contando” no es la nuestra, sino la de Dios y, en segundo lugar, que más allá de la meta de ser como Cristo y dar gloria a Dios, nuestro futuro personal es un misterio que está normalmente oculto a nuestros ojos.

Paso a paso

El salmo 119:115 nos presenta, por eso, esta idea tan sabia para la vida: dame luz para mis pies, para no tropezar. No es luz para ver todo el trayecto, sino la suficiente para seguir andando sin desviarme. Aquella que alumbre el espacio que ocupan mis pies.

Dios nos lleva paso a paso. A veces nos puede dar una visión algo más nítida de lo que quiere de nosotros, pero otras sólo nos pide que confiemos y que movamos nuestros pies. Por ello, para Dios es más importante que le preguntemos cuál es el siguiente paso que tenemos que dar que nos indique qué tenemos que hacer con toda nuestra vida. Esto es coherente con las palabras de Cristo: «no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán (Mt 6:34).» . ¿Nos conformaremos con esta petición?

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