20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
Mateo 8:20

Los seguidores de Cristo

Cuando las personas querían seguir a Jesús, evidentemente no lo hacían porque él ofrecía comodidades, reconocimiento público, ausencia de conflictos o un tipo de vida que a la sociedad de aquella época le pareciese atractivo. 

Jesús no competía con los indicadores habituales que los seres humanos entendemos que marcan un buen “ministerio”. De hecho Jesús no competía, técnicamente hablando. No procuraba hacer las mismas cosas de este mundo mejoradas. No se dedicó a predicar mejor (aunque lo hacía), tener más seguidores, cumplir con una liturgia llamativa, gritar más en sus oraciones y hacer alarde de expresiones piadosas (como los fariseos). Casi no usó presupuesto y parece que más allá de cubrir las necesidades básicas, trataba de ser extremadamente generoso con lo que le llegaba. Jesús no disfraza, edulcora ni disimula lo que es la vida siguiéndole. Su persona y lo que propone era más que suficiente, ya que ofrecía la vía dentro del abrazo de Dios.

Esto no quiere decir que el seguimiento es algo horrible a lo que tenemos que entrar para no sufrir después de la muerte. Ni que la vida en Cristo es asumir con resignación y un infinito dolor una vida triste aquí para tener buenas condiciones en un cielo maravilloso. Lo que quiere decir es que la persona de Jesús, su mensaje y la vida que propone desde ahora dentro del mundo de Dios  es tan interesante que no se hace necesario otra cosa para seguirle. Desde ahí sabríamos vivir bien ya sea que hubiese escasez o hubiese abundancia.

Los seguidores de la iglesia

Me pregunto si, como participantes de una comunidad cristiana, seguimos unidos a criterios de nuestra sociedad para conseguir o valorar el éxito de lo que hacemos. Me pregunto si esto es así porque aún no hemos calado en vivir plenamente la unión con Cristo de tal manera que aun hoy su mensaje y su persona sean suficientes para que la vida cristiana sea apasionante y llame la atención a quienes se acercan.

Y eso también nos tiene que hacer reflexionar a las personas que somos de influencia (que nos podríamos llamar líderes), ¿en qué aspectos de la iglesia estamos enfocados? ¿ofrecemos una iglesia en la que Cristo es suficiente y el resto secundario?

Descubriéndonos en la publicidad

Si queremos conocer lo que hay en el fondo, a veces son los detalles y no lo evidente lo que pone a la luz nuestro corazón. Por ejemplo, en ocasiones he estado a cargo de un encuentro para jóvenes. En él se preparan diferentes actividades como juegos, merienda, talleres y por supuesto algún estudio o reflexión bíblica. ¿Cómo lo presento a un grupo de adolescentes para que acudan? Enfatizo que habrá diversión, buena comida y que además la parte “formativa” será dinámica y participativa, para nada aburrida (en base a la dinámica no al contenido). 

En el fondo, desde mi forma de dar publicidad puedo dar a entender que Cristo no es lo suficiente atractivo para que los jóvenes acudan a vivir juntos la vida en Cristo y que juntos podamos aprender a incorporarnos a la vida en Dios.

Qué diferente sería decir: este sábado queremos estar juntos un grupo de jóvenes porque vamos a hablar de cualquier cosa que nos lleve a entrar más en el mundo de Dios y en lo que está haciendo ahora él en medio de y por medio de nosotros. ¿Acudirían? ¿Por qué encontraría un grupo de adolescentes este mensaje relevante aunque supiesen que no tienen ni siquiera un cojín en el que sentarse? ¿Y acudiría yo si me lo propusiesen? ¿Y podría o sabría cómo llevar a los adolescentes hacia Dios?

Foto de Matt Palmer en Unsplash