Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.

Rut 1:16-17

Introducción

En Eclesiastés hay un texto difícil de entender, en el que el autor dice que ha hallado un hombre entre mil y ninguna mujer entre todas ellas (Ecl 7:28). Como un poco antes ha escrito sobre las mujeres que atraen a los hombres y sobre estos hombres que se dejan atrapar por ellas, quizá podríamos pensar que el escritor tiene un concepto mejor del género masculino que del femenino. Alguna vez he escuchado comentar que estas palabras significan que es mejor la amistad con un hombre que la relación con una mujer. Dudo mucho de esta interpretación, sobre todo si nos dejamos sorprender por la relación entre Rut y Noemí.

Al leer la historia de estas dos mujeres, me pregunto si, exceptuando el ejemplo de Jesús hacia sus discípulos más cercanos, podríamos encontrar en los relatos bíblicos a dos mujeres como ellas, más aún, una amistad como la suya entre todas las relaciones que podemos encontrar en la Biblia.  Y es que Rut y Noemí son, sin lugar a dudas, dos personas excepcionales, al menos en lo que a la amistad entre dos personas se refiere.

La libertad en las relaciones

Después de haber perdido a su marido y a sus dos únicos hijos varones, Noemí regresa de una tierra extranjera a su tierra natal. Inicia el viaje acompañada de sus nueras que no son paisanas suyas (los hijos de Noemí las habían tomado de Moab). Comprendiendo la situación precaria en la que se encontraba, sin marido ni hijos que pudieran mantenerla, no quiere aprovechar un vínculo para atarlas a ella y hacerlas partícipe de un destino incierto, sino que pensando más en el beneficio de sus nueras (al menos desde un punto de vista social y humano), les da libertad para que vuelvan a su propio pueblo y puedan reiniciar su vida, porque allí sería más sencillo.

Noemí nos muestra ese acceso a libertad en las relaciones, no hay intención de usar la manipulación a través de la culpabilidad, sentimiento de deuda o cualquier compromiso social que pudiera exigir. Ella comprende la situación y les exime de las obligaciones sociales, las deja libres para irse.

Ante esta propuesta de Noemí, tenemos la respuesta de Rut, las palabras con las que se encabeza este artículo y que expresan la decisión que toma Rut ante la libertad que le ofrecen. Rut actúa de la misma manera. Ella, voluntariamente, sin sentirse obligada, decide permanecer y unir su vida a la de su suegra.

La experiencia de la unión

Los seres humanos tenemos una capacidad para vincularnos con otros y experimentar una misteriosa unión. Sucede en las relaciones de pareja en las que se incluye el deseo sexual, pero también en otras relaciones familiares y en las amistades (aunque hoy en día parece que es difícil concebir la unidad en la amistad sin mezclar lo romántico y erótico). 

Las palabras de Rut nos muestran este misterioso vínculo, una hermosa descripción de varios aspectos que lo caracterizan:

  1. “No me ruegues que me aparte de ti”: no sólo Noemi ofrece libertad, ella también comprende que su suegra tiene finalmente la llave de aceptar su presencia y compañía.
  2. “A donde quiera que vayas yo iré y dondequiera que vivieres, viviré”: la decisión de la presencia del otro; acompañar en el viaje y permanecer junto al otro
  3. “Tu pueblo será mi pueblo, tu Dios, mi Dios”: una renuncia que enriquece y no empobrece. Toda relación en unidad implica la renuncia a uno mismo, pero eso no conlleva al empobrecimiento de la persona, sino al enriquecimiento de la vida. El camino contrario, la exigencia egoísta de que el otro me dé siempre tiene como resultado la pérdida en las relaciones.
  4. “Donde tú murieres, moriré”: un destino común, en el que finalmente Rut concluye, poniéndolo de forma resumida: “mi experiencia será tu experiencia”. Vivir la vida conjuntamente.

¿Es posible concebir hoy en día una relación de amistad desde este punto de vista?

La unión y Cristo

Cristo mismo dijo de nosotros que nos tendría “por amigos” (Jn 15:15) y nos ha ofrecido esta posibilidad de relación. Aunque las palabras de Rut no están hablando de Jesús, sí nos muestran un tipo de vínculo que nos puede dar pautas de lo que puede significar vivir “en Cristo”, ya que esta expresión utilizada por Pablo, recoge la idea de estar unidos a Él.

Cristo busca una relación libre en amor, no basada en la obligación, sino en la entrega voluntaria y en la búsqueda de la presencia del otro, en la que liguemos nuestra experiencia a la suya (Pablo entendió esto y lo expresa en su carta a los Filipenses), en la que la renuncia enriquece y en la que los destinos se unen. Vivir la vida conjuntamente. 

Nuestra relación con Jesús no consiste en que él nos rescata de la muerte eterna y nada más. Como si su amor le impulsara  tan solo a eso para  luego dejarnos vivir de forma individual mientras él nos echa una mano o una ayudita de tiempo en tiempo con los problemas que nos tropezamos. Lo que Dios ha procurado es que nos unamos a su propia vida y existencia (Ef 1:9-10). Y lo que esto significa es grandioso e incomprensible para seres humanos aparentemente tan insignificantes como nosotros.

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