Y estrechaba a los niños entre sus brazos y los bendecía poniendo las manos sobre ellos (BLP)
Marcos 10:16
¿Qué palabras pronunció Jesús cuando bendijo a los niños? Me extrañaría que haya sido nuestro clásico “que Dios te bendiga”. El acto de bendecir no se limitaba a una pequeña frase con un sentido general. Se tenía en mente que la bondad de Dios afectara a todos los aspectos de la vida. Por ejemplo, cuando los sacerdotes bendecían a los israelitas, tenían una pauta marcada:
¡Que el Señor te bendiga y te proteja!
¡Que el Señor te mire con benevolencia y tenga misericordia de ti!
¡Que el Señor te mire favorablemente y te colme de paz!
(Números 6:24-26)
La bendición no es halagar a las personas, ni reconocer sus cualidades o hazañas (que tampoco está de más). Es la expresión del deseo de que el otro sea afectado por la gracia y la bondad de Dios. De hecho, escuchar esto por parte de otro puede inclinar el corazón a recibir lo que Dios puede dar. Tampoco es recompensa, ni una promesa garantizada. Es querer que el otro sepa que es un ser amado por Dios y que puede ser cuidado por él.
Jesús nos animó a bendecir (Lucas 6:28). También lo hicieron Pablo y Pedro (Romanos 12:14; 1 Pedro 3:9). Los tres de hecho pronunciaron estas palabras en contraposición a la posibilidad de maldecir a los que pudiéramos tener como enemigos. Cuánto menos a los que amamos, que también lo hacemos si pensamos en todo aquello que decimos y es dañino.
Pero nosotros quizá nos hemos olvidado de practicar el hablarnos unos a otros con bendición, es decir, de expresarnos de forma concreta el deseo de recibir el bien de Dios. De hecho, ¿sabríamos hacerlo?
Bendecid y no maldigáis. Todo un reto lleno de beneficios para Dios, para el otro y para nosotros mismos.
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