Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

Génesis 2:9.

Sabemos de esta historia. Dios pone un árbol del conocimiento (ciencia) del bien y del mal del que Adán y Eva no debían comer. Y nos surgen muchas preguntas incontestables. Pero quiero proponer una reflexión más que resolver preguntas difíciles.

¿Qué implica conocer el bien y el mal? Veamos dos ideas en base a la palabra “conocer”:

  1. La palabra “conocimiento” (YADA) está íntimamente relacionada con la palabra “sabiduría” en Proverbios, como en el versículo tan conocido de “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Pr 1:7). Por ello, YADA no es sólo entender con nuestra inteligencia, sino que habla de aquello que nos lleva a vivir de una forma determinada, en el caso de Proverbios, de una forma que lleva a la vida.
  1. Además YADA es la misma palabra que se utiliza en el libro de Oseas: el pueblo de Dios no tiene “conocimiento” de Dios, rechaza conocer a Dios (Os 4:6). En este contexto se utiliza para hablar de las relaciones sexuales (Os 2:20), lo que implica que Oseas habla de una relación de intimidad, de compromiso. Lo que rechaza y no tiene el pueblo no es la teología o la doctrina correcta, sino a Dios mismo.

En base a esto, cuando comen del árbol de la ciencia (YADA) del bien y del mal ¿a dónde les lleva ese árbol? ¿A dónde les lleva esa desobediencia? Porque no es a ser capaz de distinguir intelectualmente qué es el mal y qué es el bien sino a lo siguiente:

  1. Por una parte, les lleva a tomar como principios de vida el mal. El mal y la desobediencia como principios de decisión, de la emoción y del pensamiento, y de cómo usar su cuerpo y cómo relacionarse con Dios, los otros y la naturaleza. La actitud de rebelión e independencia como dinámica continua de vida. YADA en el sentido de Provebios.
  1. Por otro lado, desobedecer les lleva y nos lleva a vivir con un compromiso con el mal, con una relación estrecha con él: dedicarle tiempo, regocijarnos con él, disfrutar de ver o hacer lo malo. Comprometernos con su “programa”, con la muerte y la destrucción. Es decir, YADA en el sentido de Oseas.

Pensando en esto, póngamonos en el lugar de Adán y Eva: si comes de ese árbol, entonces morirás. Porque vivir comprometido y bajo los principios del mal no nos lleva precisamente a la vida. Y así es, porque la vida vivida así, y lo sabemos todos, es parecida a la muerte.

Claro, que Jesús vino para que le “conociéramos a él”. ¿No describimos la salvación como conocer a Jesús? Pues los dos mismos principios se aplican: sabiduría, intimidad. Y él vino para traer vida en abundancia.

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