El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.
Salmo 19:7b

Un Salmo meditado

La segunda parte del Salmo 19, los versículos 6 al 10, es un reconocimiento a la palabra viva de Dios. Es un poema hebreo que utiliza repeticiones en su estructura. Se la describe con diferentes nombres y adjetivos y cada uno de estos relacionados con una forma de actuar: la ley perfecta que convierte, el testimonio fiel que hace sabio, el precepto puro que alumbra los ojos. 

Esta estructura difícilmente no es una selección aleatoria de palabras. Defiendo que se ha escogido cada una de las palabras de forma bien meditada y la relación entre ellas ha sido enlazada concienzudamente. Si leemos el salmo con detenimiento, uno acaba reconociendo que se ha hecho un esfuerzo para componerlo. El texto es bello tanto en su composición como en su contenido.

Ejemplos

Lo podemos apreciar al reconocer que la calidad de algo deja patente lo insuficiente de otra cosa (v.6). Recuerdo en mi niñez haber pintado algún dibujo, dedicándole empeño, y tener la impresión de haber obtenido un buen resultado. Sin embargo, al contrastarlo con el de algún compañero, quedaron en evidencia mis carencias como artista. La perfección es como la luz que, cuando llega, deja patente que todo estaba oscuro, pero no nos dábamos cuenta. Por eso la ley hace “volverse” al alma, cambiar su dirección hacia la perfección.

Podríamos decir lo mismo de la rectitud. Mientras que la maldad trae como resultado el conflicto y el malestar, la vida recta trae satisfacción (v.8). Y todos sabemos que la corrupción y la suciedad lo que genera es podredumbre y por tanto muerte, por lo que la limpieza genera vida (v.9)

Lo confiable y la sabiduría

Pero donde me gustaría detenerme concretamente es en la relación en el testimonio de Dios que, siendo fiel, hace sabio al sencillo. La idea de la palabra “fiel” es que es firme, segura. Es decir, que su testimonio, lo que ha declarado sobre la realidad, sobre cómo funciona la vida, es confiable.  

Dios no ha creado la vida para que la puedan descubrir sólo los más inteligentes, reflexivos o profundos, a quienes consideraríamos los más sabios. Se puede ser sabio simplemente escogiendo bien de quién o de qué nos fiamos. Elegir a Dios, a su palabra, como fundamento es ya una decisión inteligente, y nos dará la posibilidad de serlo aún más con respecto a cómo dirigir nuestro camino.

La fe no es una cuestión solo de encontrar la salvación. Es una forma de vida confiada que nos permite redimir nuestro tiempo, cuerpo y sentido. La confianza en Dios y en su palabra nos abre las puertas a la plenitud. Y confiar en ello es ser y nos hace sabios.

Foto de Ben White en Unsplash