Rompamos sus ligaduras,
Y echemos de nosotros sus cuerdas.
Salmo 2:3 (RVR60)

Cristo y el Salmo 2

El salmo 2 es un texto claramente mesiánico que se cumple en Jesús. Es citado por los autores del Nuevo Testamento. En él podemos ver que a Cristo se le declarará rey y que será rechazado. Aunque no se da una perspectiva global de su ministerio, apunta claramente hacia Él.

Sin embargo, quien escribió el salmo probablemente desconocía su significado completo. Estaría pensando en un rey presente o futuro que los liberaría  de la situación de opresión que estuviesen viviendo, afirmando el rechazo a Dios por parte de las naciones y el juicio futuro que vendría por ello.

Un Dios “entrometido”

En esta reflexión me gustaría llamar la atención hacia la actitud y reacción ante la pretensión de Dios de reinar sobre la humanidad, ¿Por qué se “revuelcan las naciones” (v.1)?  Parece que los vecinos de Israel sienten que Dios no se queda conforme con reinar sobre un pequeño pueblo, sino que perciben que su dominio quería extenderse.

Sabemos que las conquistas de Israel y su afán de expansión fue relativamente pequeño en comparación con los grandes imperios que surgieron, como el Asirio o el Babilónico. El reinado de Salomón, cuando Israel llegó a su máximo esplendor, apenas se extendió un poco más allá del territorio que conquistaron con Josué. Sin embargo, de alguna manera, algunas naciones conocían las pretensiones de Dios mismo y reaccionaron ante ellas. Se rebotan y dicen: “no lo permitiremos. Nos desharemos de sus cuerdas y ligaduras” (v.3).

Las cuerdas que hacen daño

¿Son dañinas las cuerdas de Dios? En muchos momentos en la Biblia se le muestra a con el deseo de atraer tanto a su pueblo como a todas las naciones a sí mismo. Ellas vendrían hacia Jerusalén donde encontrarán a Dios y vivirán conforme a su ley (Isaías 2:1-4). Lo harán en este sentido no a la fuerza, no atados, sino de su propia voluntad.

Por otro lado, el profeta Oseas, refiriéndose a Israel habla de cómo Dios también atraería por y con amor a su pueblo, utilizando curiosamente la imagen de las cuerdas: “Guíe a Israel con mis cuerdas de ternura y de amor. Quité el yugo de su cuello y yo mismo me incliné para alimentarlo” (Oseas 11:4, NTV)

Las cuerdas no son el problema

Vivir sometidos a Dios no tiene que ser un problema cuando sabemos que nos ama y nos cuida. Estamos confundidos al pensar que Él es como cualquiera de nuestros gobernantes obsesionados con el poder. Las cuerdas, o la forma en la que Dios nos trata para acercarnos a él, pueden ser cosas que nos sucedan para bien, pero a su vez pueden hacernos daño si nuestra reacción es tratar de alejarnos de Él y gobernar nuestra vida por nosotros mismos. 

Mientras que unos ven en ellas ligaduras que eliminan nuestra libertad, otros ven que se trata de un gesto de amor para llevarnos a Dios.

Foto de Aditya Wardhana en Unsplash