La neurociencia es una rama apasionante de la ciencia que investiga y trata de explicar como nuestro cerebro madura, crea, aprende, se desarrolla y también como involuciona con el paso del tiempo.
Me parece fascinante como este órgano al que habitualmente le otorgamos la concesión del dominio de nuestros actos sigue siendo un gran desconocido para nosotros. Aún estamos empezando mínimamente a descubrir cómo se organiza su funcionamiento y créanme, cuánto más se descubre, más camino parece que quede por recorrer.
Me sorprende enormemente como descubrimientos de la neurociencia se adhieren perfectamente a versículos bíblicos. Obviamente porque Dios creo nuestros cerebros y los entiende perfectamente
Salmos 19:12-13 RVR1960
¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.
Aún los científicos debaten si realmente olvidamos cosas de forma definitiva o simplemente la almacenamos en lugares a los que no accedemos de manera habitual. Lo que está muy claro es que gran parte de las cosas que nos suceden a diario pasan totalmente desapercibidas para nuestro cerebro consciente, porque éste decide que no es información útil para nuestra supervivencia.
Sería muy prepotente por nuestra parte creer que solo olvidamos cosas buenas. Probablemente, y todos lo sabemos, también olvidemos cosas malas, es decir, pecados. Lo cual podría llevarnos a la pregunta de:
Si para confesar mis pecados y obtener el perdón de los mismos, debo arrepentirme y, arrepentirme significa tomar la determinación de no querer hacerlo más; pero, no recuerdo todos mis pecados e incluso muchos de ellos ni si quiera los he percibido…entonces ¿cómo puedo obtener el perdón de los mismos? Es más, ¿puedo disfrutar del Reino de los Cielos cuando sé que cometo pecados, pero no sé exactamente cuáles?
Y aquí mi respuesta para todas las preguntas sin respuesta:
“Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe…”
Ya Dios sabía que seríamos incapaces, no tan solo de cumplir sus mandatos sino también como reconoce David en los Salmos, de darnos cuenta de nuestros propios errores, así que, aunque debemos comportarnos como ciudadanos del Reino, nos consuela pensar que Dios conoce todo de nosotros y nos perdona incluso pecados que no sabemos que hemos cometido, y este hecho es algo que también nos ayudará a no juzgar a los demás. Más que nada porque todos coexistimos bajo la misma definición de pecadores desmemoriados sin posibilidad de redención por nuestros propios medios. Es por eso que, desde mi punto de vista, la salvación del ser humano basada en los actos bondadosos y en el hecho de no morir con pecados sin confesar no tienen sentido a la luz de las Escrituras y de los descubrimientos científicos. Solo podemos ser salvos y completamente redimidos por gracia.
Foto de Flash Dantz en Unsplash
Comentarios recientes