Hace apenas unos días, al recordar la pasión de Jesús, resonaron sus palabras desde lo alto del madero:

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

Y uno se pregunta: ¿De verdad no sabían? ¿No sabían que estaban crucificando a Jesús? ¿No sabían que eligieron a Barrabás? ¿No sabían que gritaban con odio “¡Crucifícale!”?

La respuesta es compleja. Sí sabían, pero no sabían. Sabían lo que hacían… pero no sabían a quién se lo estaban haciendo.

Jesús, el Hijo de Dios, fue rechazado porque sus contemporáneos estaban ciegos: por sus expectativas, por su egoísmo, por su pecado. No podían ver más allá de sí mismos. No podían ver a Jesús.

Y entonces ocurrió lo inesperado.

1. La incredulidad que lo envolvió todo

Nadie lo esperaba. Aunque Jesús lo había anunciado una y otra vez, sus discípulos estaban desolados y confundidos tras su muerte. Lucas lo relata claramente en el camino a Emaús:

“Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (Lucas 24:21).

Esperaban a un libertador político, no a un Mesías crucificado. Incluso cuando las mujeres fueron al sepulcro y no encontraron su cuerpo, los discípulos pensaron que era una locura: “Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas” (Lucas 24:11).

Esta reacción —esta sorpresa— es, de hecho, una de las mayores evidencias de que la resurrección no fue un invento. Si alguien hubiese querido fabricar una historia, habría escrito que los discípulos estaban listos, que lo esperaban. Pero no. La resurrección les sorprendió a ellos tanto como hoy nos cuesta creerla a nosotros.

Como dice Timothy Keller: “La resurrección de Jesús es tan inconcebible HOY como lo fue para los discípulos.”

2. El sentido: El corazón del cristianismo

La resurrección de Jesús no es un mero apéndice en la historia del Evangelio. Es el eje central. “Si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1 Corintios 15:14).

Todo el cristianismo se sostiene o se cae con este hecho. Si Jesús resucitó:

• Lo que dijo es verdad.
• Es el Hijo de Dios.
• Es el único camino al Padre.
• Es el Salvador del mundo.

“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). La resurrección valida todo lo que Jesús hizo. Es el sello de Dios diciendo: Esto es cierto. Esto es eterno.

3. Evidencias que no podemos ignorar

No entraremos en un tratado apologético, pero no podemos pasar por alto algunos datos clave:

• Fuentes no cristianas como Tácito, Josefo y Luciano confirman la existencia, muerte y creencia en la resurrección de Jesús.
• Transformación radical de los discípulos: de cobardes escondidos a mártires valientes.
• Conversión de enemigos como Pablo y Santiago, escépticos convencidos por un encuentro real.
• La tumba vacía: Si el cuerpo hubiera estado allí, sus enemigos lo habrían mostrado.
• Testimonio de las mujeres: En una sociedad que no valoraba su palabra como testigo legal, ¿quién habría inventado eso?

4. Implicaciones eternas

“Fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25).

La resurrección no es solo una prueba, es una promesa:

En el pasado:
Jesús cumplió su palabra. Pagó nuestros pecados en la cruz y venció la muerte.
Dios aceptó su sacrificio. La justicia fue satisfecha.

En el presente
Tenemos paz con Dios.
Cristo vive e intercede por nosotros.
“La resurrección es la garantía del perdón” – Timothy Keller.

En el futuro
El mismo poder que levantó a Jesús, sanará y renovará todo
Vendrá un día en que todo lo triste dejará de ser real.

“El cielo irrumpirá en la Tierra y todas las cosas serán restauradas” – Timothy Keller.

Como escribió Tolkien en El Señor de los Anillos, Sam despierta y pregunta: “¿Todo lo triste va a dejar de ser real?” La respuesta bíblica es: Sí. Un día, sí.

“Enjugará Dios toda lágrima… He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:4-5).

5. Una esperanza real y firme

La resurrección no elimina el sufrimiento… pero lo recontextualiza.

“Las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera” (Romanos 8:18).

No negamos el dolor, pero tampoco le damos la última palabra. La victoria de Cristo es más fuerte que la muerte.

6. Un impacto que transforma vidas

“Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

La resurrección no es solo una promesa para el futuro. Es poder activo hoy en día.

A nivel personal:

• Nos transforma interiormente.
• Rompe cadenas de pecado.
• Da propósito, gozo y esperanza.
• Produce perseverancia, incluso en medio del sufrimiento.

A nivel social:

• Cambió la historia.
• Revolucionó los valores del mundo occidental.
• Introdujo ideas como la dignidad humana, la justicia y la compasión universal.

Y todo esto, no para desechar el mundo… sino para renovarlo.

Conclusión: Lo inesperado que lo cambió todo. La resurrección de Jesús no es solo un evento pasado. Es una realidad viva que sigue transformando el mundo.

Hoy, a través de los creyentes, el Reino de Dios comienza a mostrarse:

• Amor en medio del odio
• Paz en medio del caos
• Justicia en medio de la corrupción
• Reconciliación en medio de la división

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es…” (2 Corintios 5:17).

La tumba vacía lo cambia TODO:

• Nuestro destino eterno
• Nuestras prioridades hoy
• Nuestra manera de amar
• Nuestra forma de vivir

Porque la vida ha vencido a la muerte, y en Cristo, lo inesperado… se volvió inevitable.