14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
1 Corintios 2:9-1609

Creo fervientemente que toda persona, creyente o no, puede llegar a entender las doctrinas cristianas, tales como la omnipotencia de Dios, el sacrificio de Cristo o la predestinación. Los teólogos con las suficientes habilidades de enseñanza podrían dar a entender las diferentes verdades, e incluso las posturas contradictorias a cualquier persona que desee aprenderlas. 

Entonces, ¿por qué Pablo dice que el hombre “natural”, es decir aquél que no ha accedido a la vida espiritual que da Dios, no puede comprender las cosas que vienen del Espíritu de Dios?

Percibir (recibir o aceptar) y entender (conocer)

En este versículo, las palabras que se utilizan en la traducción Reina Valera de 1960 no hacen justicia a lo que Pablo quiere decir. Realmente él no habla de “percibir”, sino de “recibir o aceptar”. Es decir, de aquella persona que no toma en serio las cosas del Espíritu, no ha creído en ellas como verdad, no ha tomado una decisión de confianza y no vive por ellas, conforme a lo que el Espíritu enseña (y además capacita para hacerlo).

La siguiente palabra, a la que tampoco se hace justicia, es “entender”, ya que Pablo expresa más la idea de “conocer” (gnosis), que va más allá del entendimiento intelectual, y que tiene que ver más con la experiencia. 

Es decir, todo ser humano que se esfuerce mínimamente sí puede llegar a entender intelectualmente el por qué los cristianos viven como viven o creen lo que creen. Lo que no hace es aceptarlo como algo real o bueno, y menos aún desearlo para su vida. Todo lo contrario, lo tienen por estúpido y necio (locura).

La vida en Dios debe sorprender

Por tanto, por naturaleza, nuestra forma de vivir debería ser “chocante” y sorprendente, es eso lo que quiere decir Pablo. Pero lo que sucede es que parece que tratamos de que esto no suceda, y buscamos “normalizar” nuestras conductas para no destacar demasiado, convencer a los demás, con palabras y con hechos, de que no somos tan diferentes. Hacemos todo lo posible para que no nos vean como “locos”, sino que la vida en Cristo es tan normal como la de ellos. Lo triste es que la única forma de hacer esto es abandonar o no comprender lo que es la vida en el evangelio.

Las Buenas Noticias no llegaron a este mundo para pasar desapercibidas. La forma de vida del Reino de Dios, inevitablemente, debe destacar, porque va en una dirección totalmente contraria a la que vive cualquier sociedad, incluida la nuestra. En nuestras culturas posmodernas hay muchos tipos de vida, y para cada una de ellas, el evangelio siempre tiene que ser locura. Si no es así, algo de nuestro fundamento está equivocado.

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