Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Romanos 5:1-2

Es necesario empezar diciendo que Romanos 5 es un pasaje maravilloso del que Dios puede servirse para hacernos pensar y transformar nuestra mente sobre cuestiones importantes de la vida. Mi pretensión no va a ser adentrarme en las profundidades teológicas sobre el contraste o similitudes entre Adán y Cristo, o entre el pecado y la gracia, sino tan solo resaltar tres verbos que nos pueden ayudar a comprender lo que sucede en nuestro corazón.

Pablo utiliza tres expresiones para entender el funcionamiento de dos posibilidades: la de una persona inmersa en el pecado o en la que domina la muerte, o la de aquella que está sumergida en la gracia:

  • El pecado entra en el hombre (5:12), en encontraste con que nosotros entramos en la gracia (5:2)
  • La muerte reina por el pecado (5:14, 17, 21) pero nosotros reinamos en Cristo (5:17) y reina la gracia (5:21)
  • El pecado abunda con la entrada de la ley (5:20), mientras que la gracia abunda (15, 17) y sobreabunda (v.20).

Podemos pensar en una cuestión inicial. En términos de nuestra salvación Cristo trajo la gracia. Si por Adán se perdió la humanidad, por Cristo puede ser rescatada. Sin embargo, el evangelio no sólo trae salvación con respecto al problema de la muerte, sino que tiene efectos en el presente. Jesucristo es y trae vida en abundancia, por lo que la realidad del evangelio afecta no sólo al momento de la muerte, sino a toda nuestra existencia.

Por eso tenemos que reflexionar sobre todo esto, y pedir a Dios que nos haga entender en la propia experiencia lo que significan estos tres verbos. El camino por el que el pecado dejará de abundar no va a ser el esfuerzo, el castigo o la justicia, sino entrar, reinar y abundar en gracia. ¿Cómo vivimos en ello? ¿Y cómo llevamos a otros en este camino? Empecemos pidiendo a Dios que nos ayude a meditar y a recibirlo de él.

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