Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres,
Para ver si había algún entendido
Que buscara a Dios.
Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido;
No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno.
Salmo 53:2-3

Contexto

Aunque este salmo no tiene ninguna introducción que lo ubique en un momento particular de la vida de David, es curioso que lo han colocado entre dos que sí están anclados en dos historias precisas: la maldad de Doeg (1 Samuel 21) y la traición de los zifitas (1 Samuel 23 y 26). Entre ellas se encuentra la de Nabal (1 Samuel 25), que relata otra situación en la que se le da la espalda a David. Y lo que es más curioso aún, el nombre “Nabal” en hebreo significa “necio”, de quien se habla en este salmo (v.1).

Así que es probable que estos tres salmos estén relacionados por estos tres relatos. De forma amplia podemos ver a David inmerso en un caos de persecución. Pero más aún, afrontando la actitud de necedad de Nabal de no ayudarle. En este momento es apropiado que entienda que Dios mismo no encuentra a ningún justo en medio de su pueblo. Porque él mismo parece que podía confiar en pocos.

El miedo y la maldad

Y hay algo revelador en este salmo. Los mismos que se alejan de Dios, los mismos que viven por ellos de forma necia, para sí mismos, acaban dominados por el miedo (v.5). Esa misma reacción parece haber tenido Nabal cuando se enteró de  que su mujer había evitado una matanza por su estupidez, hasta el punto que parece que pudo haber sufrido un infarto por ello (1 Samuel 25:37). 

La vida alejada de Dios en el fondo, es una vida en la que uno busca poner la confianza en otras cosas, y claro, en todos esos casos hay muchas dudas de si aquello que creemos que nos da seguridad finalmente no va respondernos como deseamos. Aunque no lo notemos continuamente (como cuando Nabal estaba borracho pocas horas antes), ese miedo que proviene de la estupidez resurge cuando menos lo esperamos.

El clamor de Salvación

Sin embargo, cuando David observa a su pueblo como esclavizado ante el gobierno de Saúl y las guerrillas con los filisteos, clama por salvación (v.6). No aprecia que como nación estén viviendo de forma libre y segura. Comprende que dicha salida tiene que venir desde Sión, del lugar donde para él “está la presencia de Dios”.

Ahora sabemos que la salvación ni siquiera vino por él mismo cuando llegó a ser rey, sino que apuntaba a Cristo y a la redención completa que nos dará cuando se cumplan todas las cosas.

Foto de Usman Yousaf en Unsplash