Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
Éxodo 20:1-2

La libertad de un pueblo

A veces tenemos la tendencia a aplicarnos, de forma exclusivamente individual,  verdades que Dios dirigió a una comunidad . Es cierto que estas enseñanzas pueden tener relevancia para cada uno de nosotros, pero no podemos perder la perspectiva de que Él redimió a un pueblo.

Esto puede suceder con el concepto de libertad. Dios libró a muchas personas de la opresión de Egipto, pero también lo hizo a Israel como tal. La libertad es también un concepto comunitario, no sólo individual. 

La libertad en Cristo para una iglesia

Dios libró a Israel no sólo de la opresión de Egipto, sino de los vecinos invasores en Canaán en tiempo de los jueces y los reyes. También les redimió del exilio en Babilonia. 

Cristo también trajo libertad a lo que ahora llamamos la iglesia. Esto lo hizo no para que cada uno haga lo que bien le parezca, sino para que, por amor, deseemos y escojamos desde el corazón hacer lo bueno.

Algunas consecuencias

Teniendo en cuenta esto, cada iglesia local que se reúne en un lugar específico tendría que convertirse en un espacio en el que se fomenta la libertad que Dios proporcionó por medio de Cristo y en la que se pueda observar, desde afuera muchas expresiones de vida en libertad y por tanto ser atrayente. 

Nuestras comunidades tendrían que caracterizarse por:

  • Sacar a la luz las formas que tenemos de manipularnos, presionarnos o de establecer obligaciones, tradiciones y conductas innecesarias;
  • Reconocer la tendencia al control que Dios no desea para nosotros. Esto no siempre lo hacemos de forma consciente y Dios tiene que iluminarnos para verlo;
  • Renunciar a la manipulación, los chantajes emocionales, las presiones por la ira, las estrategias ocultas escondiendo las intenciones. Dar paso a la transparencia, a las conversaciones claras desde el corazón;
  • La honestidad de nuestros corazones, exponiendo el pecado propio a personas de confianza. Las vidas ocultas nunca traerán liberación. Al contrario, una comunidad en la que podamos hablar de nuestras luchas ayudará a propiciar las rupturas de las cadenas que nos atan;
  • No vivir pendiente de que el valor que tenemos como personas nos lo da lo que piensen los demás, sino de lo que hizo Dios por nosotros, de que “regresemos a nuestra casa justificados” porque hemos recibido de su gracia.
  • Generar relaciones de confianza, donde la fe no se manifiesta sólo hacia Dios, sino entre nosotros.

El amor y la gracia

Sólo de la experiencia de recibir el amor y la gracia de Dios es que podemos vivir la libertad de vivir en un progreso de santidad. Desde esa fuente, la iglesia puede convertirse en un canal en el que se pueda recibir y experimentar la vida en libertad que Dios nos ofrece y que podemos brindar a otros.

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