Introducción

El ser humano pasa de un extremo a otro, no es capaz de mantener un equilibrio. Existen excepciones de épocas y de personas, pero es lo que sucederá frecuentemente. Esta semana, leyendo un libro sobre educación, comparaba la educación autoritaria del pasado y la permisiva de hoy en día. El escritor decía las cosas malas del excesivo autoritarismo, y las cosas malas de la permisión. Él pensaba, que aunque muchos lo quisieran, volver atrás hacia el autoritarismo iba a ser imposible, que lo que desembocará la autoridad de los padres es en el equilibrio, en alternativas a estos dos extremos. Pero creo que eso es no conocer al ser humano, estoy seguro que con el paso de los años, no sé cuántos, volveremos al otro extremo, aunque pasando quizás por algún período de equilibrio.

Paralelamente al estilo educativo, ha pasado con otras facetas. Por ejemplo en los trabajos, muchos jefes pasan de ser autoritarios a amiguetes de sus empleados. Pero en lo que quiero hacerles pensar es que también creo que hemos pasado de tenerle pánico a Dios, a tenerlo como uno más de nosotros.

Con este texto de Hageo me gustaría que reflexionáramos sobre este equilibrio con respecto a la relación con Dios.

Contexto

Una vez leí a un predicador y escritor conocido y respetado. En un libro suyo, que curiosamente no trataba sobre Hageo, ni era en sí un estudio de un texto bíblico, que Hageo habló muy brusco al pueblo, y que Dios no pudo hacer todo el trabajo con él y que por eso envió a Zacarías que era más moderado.

Me sorprendieron estas palabras porque Hageo no es precisamente, a mi entender, de los más bruscos. Pero más aún me sorprendió que dijera que necesitó de otro profeta. En el texto de hoy refleja que Dios despertó el pueblo con Hageo. Que no quiere decir que no usara a Zacarías, todo lo contrario, cada uno jugó un papel diferente, pero que el trabajo de Hageo fue perfecto en la medida que lo usó Dios, que si usó también a Zacarías no fue porque el mensaje de Hageo tuviera deficiencias.

Contexto histórico:

Israel había estado 70 años en el exilio, 70 años muchas personas fuera de su tierra. Después de 70 años un buen número de ellos habían regresado y con el primer entusiasmo comenzaron a edificar el templo, pero por desgana y por temor a los pueblos vecinos habían parado la construcción. Unos diez años después dos profetas, Hageo y Zacarías, animan al pueblo para continuar la obra.

Contexto del texto

La última vez vimos cómo Hageo les llama a la reflexión, que observaran lo que sucedía, que habían dado la espalda a la construcción del templo, poniendo como prioridad su propio bienestar y lo que había sucedido es que había habido escasez y no tenían satisfacción.

Después de hablarles de esa forma, ahora hemos leído la reacción del pueblo ante las palabras del profeta, una reacción positiva.

División del texto

Aunque sea un texto pequeño, estas frases mantienen un ritmo, característico de la poesía hebrea, donde todo concuerda salvo quizás el último versículo. Son dos versículos con una misma estructura, paralelos, y un versículo en el centro como unión entre esos dos versículos.

El 12: Un hecho, los que participaron en ese hecho, y una consecuencia

El 14: Un hecho, los que participaron, que son los mismos, y una respuesta.

El v.13 sirve de unión entre los dos.

Cinco pasos

No creo que existan unas pautas para que se produzca un avivamiento. Este verano también tuve un libro en mis manos que pretendía afirmar algo parecido, que siguiendo una serie de pasos se produciría un avivamiento de parte de Dios.

En la Biblia encontramos varios pasajes en los que se produce lo que nosotros llamamos avivamientos, pero eso son historias, de las que se pueden sacar enseñanzas, pero de las historias no se puede decir que si creamos una situación similar se va a producir necesariamente el mismo efecto.

De hecho no podemos decir que Hageo fue superior a Jeremías o a Isaías, que la mayoría de su ministerio fue “infructuoso” en el sentido de la sociedad actual, que no produjo ningún cambio. Sin embargo, para Dios esa palabra era tan buena como la de Hageo.

En este pasaje vamos a destacar cinco cosas principales, cuatro verbos, y una declaración intercalada. Al final, si nos da tiempo, veremos algunos detalles más. Tengo que decir que siempre me da pena no poder decir todo lo que he aprendido.

Oyó (v.12)

Y oyó Zorobabel hijo de Salatiel, y Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como le había enviado Jehová su Dios;

Existe otra forma de traducir este texto y esta palabra. A veces el verbo que se usa para “oir” (shama) se usa para “obedecer”, como la NVI:

Zorobabel hijo de Salatiel, el sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, y todo el resto del pueblo, obedecieron al Señor su Dios, es decir, obedecieron las palabras del profeta Hageo, a quien el Señor su Dios había enviado.

Sin embargo, creo que la traducción correcta es la de “oír”, porque la segunda parte, “y temió”, es algo que viene después y no tiene mucho sentido que obedezca primero y tema después, el razonamiento mas lógico es entender que oyó y temió después.

Tenemos que recordar que era un día de fiesta, la fiesta de la luna nueva, y que probablemente el pueblo estaba reunido, porque aunque no habían edificado el templo, seguían los rituales antiguos como tradición. Es por eso que oyeron no sólo Zorobabel y Josué, sino también todo el pueblo.

La reflexión que quiero dejar de este texto es que oír a Dios es un acto de fe, un acto de responsabilidad. Pero oír a Dios es también un privilegio:

Deuteronomio 4:32-40

32 Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella.

33 ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer?

34 ¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos?

35 A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él.(A)

36 Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego.

37 Y por cuanto él amó a tus padres, escogió a su descendencia después de ellos, y te sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder,

38 para echar de delante de tu presencia naciones grandes y más fuertes que tú, y para introducirte y darte su tierra por heredad, como hoy.

39 Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.

40 Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre.

Es cierto, con Hageo y hoy en día, no escuchamos a Dios de la misma forma que lo escuchó el pueblo con Moisés, pero es que el miedo del pueblo fue tan grande ante la presencia de Dios que le pidió a Moisés que subiera él solo y le contara lo que Dios le decía. Tampoco tenemos a profetas inspirados de la misma palabra de Dios, o a los apóstoles. Pero hoy tenemos la palabra de Dios escrita que nos habla, y a personas que nos hablan, hoy tenemos el privilegio de reunirnos a escuchar la voz de Dios a través de su palabra cuando se predica. 

¿Ha oído algún otro pueblo la voz de Dios? Nosotros lo escuchamos.

Temió (v.12)

RV60: “y temió el pueblo delante de Jehová.”

NVI: “Y el pueblo sintió temor en la presencia del Señor”

No hay palabra castellana que contenga el significado de lo que significa “temer a Dios”. En castellano tenemos la palabra temor relacionada con el miedo, y no es eso necesariamente lo que significa. Algunos han utilizado la palabra respeto, pero tampoco es eso. 

La palabra original puede significar el miedo que tenemos nosotros, pero cuando está relacionada con una persona de alto rango, o con Dios podría utilizarse la expresión “temor reverente”. En el diccionario lo definía de la siguiente manera: es la actitud con que una persona reconoce el poder y la condición de la persona a la que se reverencia y se le rinde el debido respeto. Con este significado, la palabra puede implicar sumisión en una debida relación ética con Dios.

Podemos entenderlo quizás con ejemplos más simples:

  • Perro con su amo: aunque es un animal considerado inmundo por el pueblo judío, a mí siempre me han gustado las características de este animal. Es un animal que disfruta de la presencia de su amo, pero que a la vez sabe someterse a él. A pesar de que muchos perros podrían superar en fuerza a su amo, muchos de ellos tienen un carácter de sumisión. Si se le trata bien, el perro aprende a la vez a amar y a temer a su dueño.
  • Otro ejemplo es el hijo con su padre. En algunas novelas antiguas y en algunas más actuales, aunque basadas en años anteriores, se reflejan este tipo de relación. Una de ellas es “Qué verde era mi valle”, novela que recomiendo, no sólo para entretenerse sino para reflexionar. Es la historia de un hombre durante su infancia y adolescencia en un pueblo minero de Escocia. En ese libro se ve cómo el niño y después adolescente idolatra a su padre, quiere ser como él, lo ama, lo conoce profundamente, porque ve que su padre lo ama. Sin embargo, en ciertos momentos lo teme, pero sin dejar de amarlo y admirarlo a la vez, de hecho es como si ese temor, una vez que piensa en él de mayor, lo hubiera acercado más a él. 

¿Es este temor sólo para la época del Antiguo Testamento? Podemos también verlo en las historias del libro de Hechos:

43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 

44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;(A) 

45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.

46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 

47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. 

Hechos 2:43-47

Curiosamente es la misma respuesta en los dos avivamientos, respuesta de temor. También lo podemos ver como reacción ante la conversión de Pablo:

Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo. Hechos 9:31 (cuando se conoce de la conversión y transformación de Pablo)

Estamos predicando y viviendo como si tuviéramos un Dios dulce, agradable, que se deja acariciar. Permítanme decirlo, a veces creo que vivimos como si tuviéramos un Dios con las características asociadas a la feminidad. Una sociedad en lo que lo femenino es lo que se alaba públicamente, es lo que tiene valor.

Aunque en Dios también está ese tipo de carácter, Dios es un ser justo, severo, poderoso en gran manera. ¿Transmitimos ese Dios?

Nos sucede que es políticamente incorrecto hablar de un Dios al que debemos temer, nuestra lógica nos dice ¿cómo van a amar a un Dios al que tienen que temer? Pero quizás nuestra lógica falla, porque olvidamos que es Dios quien convence, y nosotros los transmisores del evangelio tal y como es. Amar a Dios no es dejar de temerle, y viceversa. ¿Cómo predicar y reflejar este Dios? Profundizando más nosotros en esa relación.

Paréntesis: presencia prometida (v.13)

Pasamos al paréntesis entre los cinco verbos: la presencia de Dios prometida.

RV60. 13 Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo: Yo estoy con vosotros, dice Jehová.

NVI. 13 Entonces Hageo su mensajero comunicó al pueblo el mensaje del Señor: «Yo estoy con ustedes. Yo, el Señor, lo afirmo.» 

La presencia de Dios prometida está relacionada en muchas ocasiones con el ánimo para emprender una tarea. Se le prometió… 

*** A Moisés y a todo el pueblo en general: Ex 32:16-17. El pueblo había pecado, Dios dijo que les ayudaría sin su presencia, pero a Moisés no le pareció suficiente, ellos necesitaban de la presencia de Dios, y de ahí ese ruego y la respuesta afirmativa de Dios.

16 ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? 

17 Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.

*** A Josué: Josué 1:9

9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

*** A Gedeón: Jue 6:16: Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.

*** Y a sus discípulos y a la iglesia para realizar la misión de predicar el evangelio: Mt 28:20: 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 

18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

*** Hechos 1:8, 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra

Hay que resaltar una curiosidad, la presencia de Dios no dependía de la construcción del templo. El templo era un lugar representativo. La presencia de Dios estaba prometida mientras lo construían, no cuando terminaran el lugar. La construcción del templo no era necesaria por el edificio en sí mismo, pero sí era un indicador de la fe, del deseo de adoración de su pueblo, de sus prioridades.

Ante las tareas difíciles, Dios esta con nosotros, y si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Despertó (v.14)

RV60: 14 Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; 

NVI: 14 Y el Señor inquietó de tal manera a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, y a todo el resto del pueblo, 

La palabra “despertó”, tanto en hebreo como en español, puede usarse como despertarse de un sueño, pero también en el sentido de provocar. Como en Jueces 5:12: “Despierta, despierta o Débora”.

Esta semana, hablando con una mujer que se va a casar con un peninsular, ella también es peninsular, decía de los hombres canarios que somos muy parados, aunque no lo dijo con estas palabras, que estamos aplatanados, como dicen de todos los canarios. No sé si ese estereotipo es verdadero, pero a veces sí hay personas, y yo puedo ser perfectamente una de ellas, a las que otros tienen ganas de zarandearlos por los hombros y gritarles que se despierten, que se espabilen. Pero es sobre todo a los adolescentes a los que más ganan dan de zarandear, viven cansados, aletargados, salvo cuando hay una fiesta, claro.

El pueblo de Israel estaba aplatanado espiritualmente, y Dios los despertó.

Es curioso cómo en este texto están dos cuestiones, ¿es el hombre quien reacciona positivamente a la respuesta de Dios? ¿Es Dios solamente quien motiva al hombre? El pueblo escucha y teme, pero a la vez Dios despierta. Las dos cosas se dan.

Es una disyuntiva terrible, si no reaccionamos, nosotros somos los responsables, si reaccionamos, tenemos que agradecer a Dios que fu él quien nos impulsó y despertó.

Un ejemplo, aunque no es suficiente, de esto puede ser con los padres y su hijo, cuando un hijo alcanza un logro, ¿de quién es el mérito? Evidentemente del hijo, pero detrás también ha estado la acción de los padres, animando, empujando, a veces obligando. Sin el apoyo de los padres u otras personas de su alrededor, hubiera sido casi imposible haber acabado, por ejemplo, una carrera.

Como señala una canción de Pedro Guerra

Ahora que ya vi pasar el río

cuánto de esto ha sido tuyo

cuánto de esto ha sido mio.

Reflexión, ¿estamos atentos al toque de Dios para despertarnos? ¿Has notado a Dios abrir las ventanas, acercarse, llamarte, encender las luces, poner música y tocar trompeta para despertarte y has decidido permanecer durmiendo?

Porque es cierto que Dios despierta, pero él siempre desea hacerlo, y somos nosotros quienes nos resistimos a ser despertados.

Trabajaron (v.14-15)

RV60: 14 y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios,

15 en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año del rey Darío.

NVI: 14 que vinieron y empezaron a trabajar en la casa de su Dios, el Señor Todopoderoso. 15 Era el día veinticuatro del mes sexto del segundo año del rey Darío. 

En cuarto y último lugar, después de escuchar, temer y que Dios despertara en ellos las ganas, vinieron y trabajaron. Antes habían huido, habían corrido hacia sus casas, dando sus espaldas al templo, ahora miraban de frente la obra que tenían que hacer, se acercaron a ella y empezaron a trabajar en la casa de su Dios.

¡Nadie iba a hacer aquella obra! ¡Nadie les iba a sustituir! No era cuestión de pagar para que otros lo hicieran, no era cuestión de que Dios de forma milagrosa reconstruyera el templo. Además, el resultado no fue tan esplendoroso como el templo de Salomón, materialmente no había punto de comparación entre uno y otro, este segundo templo no poseía ni la décima parte de la gloria del anterior. Pero lo hermoso es que el pueblo trabajaba junto para hacer la obra de Jehová.

¿Quieres formar parte de ese equipo? Muchos jugadores y admiradores tienen el sueño de jugar con grandes equipos como el Real Madrid, el que dicen que es el mejor club de toda la historia del fútbol. Para ellos es un honor jugar allí y participar de sus triunfos. Muchos han jugado en él, no por el honor, sino porque es el equipo que le ofrecía posibilidades para obtener los títulos que desean.

La iglesia de Dios es el mejor equipo, el que realiza la obra más digna que pueda hacer el ser humano. Trabajar para la obra de Dios, para ser reconocidos por él. ¿Qué importa el reconocimiento humano ante las palabras de agrado de Dios? ¿Qué importan las palabras halagadoras de los hombres ante el “Bien, buen siervo y fiel” de Dios?

Otras cosas:

Líderes y pueblo

Constante mención de todos: las personas sin Dios nada. Dios da importancia a todas las personas. “Resto del pueblo”: los líderes pertenecen al pueblo. Remanente

Voz de Jehová / Palabra de Hageo

Ya mencioné antes dos valores que van juntos, la respuesta autónoma del pueblo de Dios y la acción directa de Dios sobre el pueblo. Aquí tenemos otros dos valores que van juntos:

La voz de Jehová / la palabra de Hageo, ¿a quién oímos? Procuremos escuchar a Dios. Las palabras del profeta son las mismas que las palabras de Dios, ¡vaya responsabilidad! No es el mismo trabajo de un predicador, pero tampoco debemos tomarnos a la ligera esa labor.

El remanente

Remanente o resto: distintos significados: lo que queda después de una tragedia o prueba.  Pocos fieles o populacho. En Hageo: los que habían retornado: ¿dónde está el remanente de Isaías? ¿Dónde está hoy? Esperando despertarse. “Esta expresión se usa como en la escatología del profeta Isaías (Is 10:20). Ver Zc 8:6-8, 129

La identidad que da Dios

“Su dios”: se repite dos veces, pero antes no se había dicho ninguna. Oseas: restauración no completa hasta ahora. Identidad: “mi tierra”. Que nos quiten eso es doloroso. Para Israel, su Dios era parte de su identidad, lo habían perdido, y ahora lo recuperaban.

Conclusión

Repasando, hemos visto que el pueblo oyó, que temió, que Dios prometió su presencia, que Dios despertó al pueblo y éste comenzó a trabajar, ¿cuál es la obra de la iglesia hoy en día? Mateo 28:17-20

17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.