¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
Romanos 2:4
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Caminos de arrepentimiento
¿Qué nos lleva a vislumbrar con más claridad nuestra condición de miseria, vergüenza, esclavitud o maldad? Tal vez podemos pensar que lo más apropiado es que nos describan con detalle nuestros errores y pecados, acusándonos con objetividad sobre quiénes somos y qué hacemos. Pero, ¿hay una alternativa mejor?
Lo reveladora que es la gracia
Los primeros capítulos de Romanos son conocidos por argumentar, precisamente, que todos los seres humanos nos hemos alejado de Dios y por ello nos hemos corrompido. Todos. El no reconocer a Dios en la vida como creador y señor, sobre todo en forma de agradecimiento, implica una creciente denigración de la humanidad en lo concerniente a la mente, las emociones y la conducta.
En medio de esta disertación, Pablo pregunta a sus lectores si no han considerado que la bondad que Dios ha manifestado es para llevarnos al arrepentimiento. Es decir, además de describirnos como pecadores, cuando nos colocamos frente al espejo de la gracia de Dios podemos darnos cuenta de lo malo que han en nosotros. Él ha sido paciente, y ha sufrido nuestro desprecio, conteniéndose de actuar con la justicia que merecemos. Además nos ha devuelto bien por mal, porque todo lo bueno que hemos podido obtener de la vida ha sido porque él lo ha permitido y concedido. La luz del bien puede iluminar la oscuridad que hay nosotros. Y por tanto lamentarnos por ello.
Creo que esto es lo que ocurrió cuando Zaqueo reaccionó ofreciendo la mitad de sus bienes a los pobres, o cuando Pedro se llamó a sí mismo pecador al ver el poder de su maestro en aquella pesca fuera de lo normal, o cuando una mujer lloró a los pies de su Señor derramando el perfume tan valioso. Vieron en Él una luz tan potente que nadie les tuvo que decir que se arrepintiesen.
Tratándonos con gracia
Esto me ha hecho pensar en que también entre nosotros podemos escoger este ejemplo. Si deseamos que los demás lleguen al camino del arrepentimiento para obtener la misericordia ¿no deberíamos confiar en el poder abrumador de la gracia y de la bondad?
Es cierto que ni Pablo ni Jesús renunciaron definitivamente a la confrontación, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Pero tampoco podemos olvidar que la gracia puede tener más fuerza transformadora y reveladora que la reprensión. No solemos aceptar que nos reprendan, el orgullo levanta un muro. Pero la bondad puede, en ocasiones, resquebrajarlo.
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Me hace recordar lo q con facilidad olvido…la gracia de Dios
Gracias Juli, es cierto que la olvidamos con demasiada facilidad.