“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Romanos 10:17

El mundo de la imagen es muy poderoso. Es verdad. Y hoy parece que este supera en importancia al de palabras. Y es cierto de alguna manera. Aunque la imagen suele ir acompañada siempre de alguna palabra. Esta forma de pensar no es tan reciente, desde hace ya mucho tiempo se dice “una imagen vale más que mil palabras”. Parece que la foto y el vídeo tienen más poder de alcance que un audio, un discurso o un texto.

Sin embargo, quiero defender las palabras frente a la imagen. Y defenderlas en cuanto a la relación entre estas y la confianza que nos dan. Es cierto que la imagen causa impresiones fuertes, pero puede que la palabra quede grabada de forma más profunda y su efecto sea más permanente (porque no busca sólo la impresión sino la reflexión).

Y esto al menos en lo que se refiere a producir confianza. Estaba pensando en cómo me afectan a mí las palabras frente a las imágenes y qué tiene más poder de producir confianza o fe. A fin de cuentas, Jesús es la Palabra de Dios (aunque también la imagen pero en otro sentido al que se utiliza en la actualidad).

Puede que fotógrafos, directores y publicistas puedan discutirlo y yo aceptaré el debate. Sé que  hay en la historia fotos y reportajes que han provocado reacciones e incluso cambios sociales, fotografías como la de Alan Kurdi, un niño sirio muerto en una playa de Turquía. Pero también lo han hecho los discursos, como el de Martin Luther King, “Tengo un sueño” o La Guerra de los mundos, una historia radiofónica contada por Orson Wells que causó no poca confusión. Les animo a investigar todo ello para quien no conozca estos hechos.

Sin embargo, pensaba en que una historia contada con palabras es más confiable que otra mostrada en imágenes o escenas (entiendo que una historia contada por alguien en la pantalla no es lo mismo que una contada por escenas como una película). Cuando alguien me cuenta una historia, tiendo a darle más credibilidad que cuando veo una historia a través de imágenes. Aunque el primero me esté mintiendo y el relato en vídeo diga la verdad. ¿Por qué puede ser así?

Creo que la diferencia vital se produce en que la palabra, más que la fotografía o el vídeo, establece una relación con quien la pronuncia. Puede que ahí esté la diferencia. Si alguien dice algo, en nuestro interior creemos que la persona se compromete con lo que dice. Hay algo que se resiste a dudar de la palabra de otra persona. Eso no pasa tanto con el vídeo que es más externo. Es por eso que la publicidad o el documental finalmente, recurran a testimonios de personas confiables, al final usan la palabra.

Pensando en todo ello, no me sorprenden las palabras de Pablo: el oír es por la palabra (Romanos 10:17) Y también desde el otro punto de vista “que si confesares con tu boca…” (Romanos 10:8).

Como iglesia, es decir, como cada una de las personas que formamos parte de la iglesia, como discípulos de Cristo, debemos recuperar el poder de la palabra y transmitir la confianza en la palabra, y no tan sólo en las predicaciones, sino en la vida cotidiana. Nuestra conducta estará vacía sin palabras, por muy buena que sea.

Photo by Juri Gianfrancesco on Unsplash