¿Quién es ese que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?
Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú me contestarás.
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Job 38:2-4
Por la sencilla razón de que soy una mota de polvo en este inmenso universo, tanto desde el punto de vista del espacio como del tiempo, tengo la posibilidad de abrir los ojos hacia lo inmenso, y sin abarcarlo ni comprenderlo, abrir mi boca.
Pero realmente, lo que me ha sucedido es que he dejado de disfrutar la admiración. Es un placer perdido. Y con ello mi corazón se ha hecho pequeño, ha dejado de expandirse. He dado paso al orgullo. Ilusionado con controlar y entenderlo todo, incluso a Dios mismo, se me ha escapado la posibilidad de la experiencia de sentirme abrumado por el creador.
Todo este proceso sólo me ha traído pérdidas. Si la búsqueda de conocimiento sólo me lleva a hacer pequeño a Dios, para nada me sirve. Si no me humilla ante Él, es inútil.
Dios le dio a Job la oportunidad de colocarse ante su presencia. Me pregunto y le pido, ¿no lo harás también conmigo? ¿No me dejarás sin palabras y sin respuestas delante de tu universo? ¿Y delante de Cristo? ¿Y de la cruz y resurrección?
Foto de Melanie Silberberg en Unsplash
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