Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Mateo 7:23
Contenidos
El Dios que todo lo conoce
Dios conoce todo. Según el salmo 139, está al tanto de todos nuestros pensamientos incluso antes de pronunciarlos. Nadie puede esconder delante de él sus intenciones o deseos. No podemos manipularlo ocultando cierta información. Somos un libro abierto para él. De hecho, sabe más de nuestro interior que nosotros de nosotros mismos.
Sin embargo, Jesús afirmó que podríamos presentarnos ante Dios y ser rechazados. ¿Cómo es esto posible? La respuesta es bastante obvia, porque una cosa es saber algo de alguien y otra muy distinta es que exista una relación. Y no cualquier relación, sino aquella en la que uno dice: “formas parte de mi vida”. De eso es de lo que habla Cristo.
El Dios que se conecta o vincula
De este texto podríamos quedarnos sólo con la preocupación de que podemos ser arrojados de su presencia, y eso sería horrible. Pero también podemos pensar en el hecho asombroso de que el único Dios creador del universo puede decirme “te conozco”, y no en el sentido de saberlo todo de mí, sino que me tiene como una persona cercana, que soy parte de los suyos.
Jesús dijo en otra ocasión: “mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Frente a otras voces, las ovejas saben distinguir cuál es la de su cuidador, en quien pueden confiar, y Jesús mismo también nos conoce, y lo hace por nombre, lo que implica que nos identifica de forma individual a cada uno.
Nos reconoce como suyos. Dios, aunque es nuestro creador, es un Dios que se relaciona y vincula con nosotros, las personas a las que ha redimido. Y le parece que es una buena cosa hacerlo. Pensando en la inmensidad de Dios, ¿no es maravilloso comprender esta verdad?
Parándonos a pensar
Esta es una verdad que, como otras, podemos reconocer “de pasada”, y seguir con nuestras cosas pendientes. Pero te animo a que pares ahora esta lectura y dediques un tiempo a pensar lo que esto significa y lo que implica en tu vida. Alégrate en que Dios te haya dicho “te conozco”, te acepto para acompañarte y estar contigo. No estaba obligado, lo hizo voluntariamente y venciendo todos los obstáculos que nosotros mismos hemos creado.
¿No es maravilloso? ¿Podemos hablar así de Dios a quien todavía no son conocidos por él? ¿Podemos brindarle esta oportunidad?
Foto de Matthew Henry en Unsplash
Comentarios recientes