Introducción

Objetivo: Conocer a Dios

Una vez más hoy me gustaría presentarles algunas características de Dios. Estudiando el libro de Oseas, me doy cuenta de las riquezas que se sacan de los libros proféticos. En ellos no tenemos el pragmatismo o la teología sistemática de Pablo, pero por el contrario están llenos del carácter y de las emociones de Dios. Él se muestra a través de los profetas, a través de ellos, aunque no sólo son las únicas enseñanzas, podemos profundizar en el carácter de Dios, como su amor, su justicia, su gracia, etc.

Repaso

El libro se divide en dos partes fundamentales. La primera, en los tres primeros capítulos, que relatan la historia entre el profeta y su mujer. Esta historia, impulsada por Dios, refleja el amor de Dios por su pueblo, el cual le rechaza pero Dios vuelve a buscarlo.

La segunda parte del libro son una serie de sermones que enfrentan al pueblo con su pecado y las consecuencias de éste. El resto del texto se caracteriza por su cierta confusión. No es fácil distinguir temas concretos y secciones. Al leer de corrido no se sabe cuando acaba un sermón y cuando empieza el otro. También se caracteriza por el contenido de juicio.

En el capítulo 4 está la fase de instrucción, en la que se ponen sobre la mesa los pecados y los hechos que se van a juzgar. En el capítulo 5 está la sentencia, el castigo que Dios ha dispuesto para el pueblo. Al final de este juicio hay unas palabras hermosas de arrepentimiento a los que el profeta llama al pueblo. Sin embargo, como vamos a ver hoy, estas palabras no fueron asumidas por el pueblo, y si en algún momento lo hicieron, fue poco sincero y poco duradero.

División del texto

Aunque como dije no es fácil hacer divisiones en el texto, a éste le he hecho una división que tendrá que ver con los puntos que me gustaría resaltar:

  • Dios expresa su decepción (6:4-6)
  • Dios expone su problema (6:7 – 7:2)
  • Dios explica la maldad (7:3-12)
  • Dios exclama su incomprensión (7:13-16)

Desarrollo

Dios expresa su decepción ¿Qué haré a ti? (6:4-6) 

4. ¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece. 
5 Por esta causa los corté por medio de los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que sale. 
6 Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.

Una vez en mi trabajo vino un matrimonio preguntando con quién tenía que hablar para que unos profesionales se encargaran de su hijo. Ellos estaban buscando renunciar a ser tutores y custodios de él. Aunque no era mi competencia, ellos me contaron parte de su historia, resumida en que su hijo no les hacía ningún caso, entraba y salía cuando quería, cogía lo que quería y probablemente estaba delinquiendo aunque ellos me decía que no. Ellos no podían controlarlo de ninguna forma, a tal punto que el niño se había convertido casi en el amo de la casa. La pregunta de muchos padres es ¿qué voy a hacer contigo? Lo he intentado todo.

No quiero entrar acerca de la responsabilidad o fracaso de los padres en su educación. Puede haberlo o no. Sólo quiero que se piensen en esa pregunta, porque es muy parecida a la que le hace Dios a su pueblo: “¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá?

Parece que Dios se muestra impotente al tratar de conseguir que su pueblo le busque. Lo ha hecho crecer, lo ha alimentado, lo rescató con grandes prodigios de Egipto, le ha dado prosperidad, ha sido paciente y ha aguantado toda su desobediencia, les ha mandado profetas que le decían lo que estaba mal. ¿Qué más puedo hacer – se pregunta Dios – para que comprendas que sólo busco lo mejor para ti y que tu camino te lleva a la perdición?

Oseas en los versículos siguientes se queja de lo poco consistente que es su arrepentimiento, que como el rocío, como la humedad de la madrugada se evapora con la llegada del sol, que como la nube, se desaparece en seguida. El arrepentimiento no le llevaba a una verdadera “piedad”. Esta palabra “piedad” (ver también Oseas 2:21), en el original es una palabra que no se puede traducir al español porque no tenemos un vocablo igual. Tiene dos sentidos, el amor y el compromiso. En la actualidad de los matrimonios nosotros hemos dividido estas dos cosas, una cosa es el amor y otra el compromiso, pudiendo darse las dos cosas o una sólo. Pero ellos definían el amor matrimonial con una sola palabra, que resumía esta relación. Esa amor comprometido y fiel no existía en el pueblo, era poco consistente, con un rayo de sol, con cualquier circunstancia se evaporaba. El v.6 expresa quizás esta idea, los Israelitas seguían con un compromiso exterior, realizando los sacrificios, pero no existía verdadero amor hacia Dios, su corazón estaba en otro lugar.

La conclusión es que ya no había nada más que hacer, Israel permanecía testarudo y Dios decide cortarlo de la cantera (es eso lo que significa “los corté por medio de los profetas”). Los profetas se convierten en el instrumento por el cual Dios separa a los Israelitas de su cantera. Esto se hará de forma fulminante, como un rayo de luz (“como luz que sale”). 

Varias reflexiones quiero dejar con este texto:

  1. ¿Cómo es tu relación personal con Dios? ¿Se caracteriza por un compromiso sin amor o por un sentimiento sin compromiso?
  2. ¿Cómo es la relación de nuestra iglesia con Dios? Y nos podemos hacer las mismas preguntas
  3. ¿Qué consistencia tiene nuestro arrepentimiento? ¿Va seguido de una renovación de ese amor comprometido o es como el rocío que se evapora al poco tiempo?

Dios expone su problema (6:7 – 7:2)

7 Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí. 
8 Galaad, ciudad de hacedores de iniquidad, manchada de sangre. 
9 Y como ladrones que esperan a algún hombre, así una compañía de sacerdotes mata en el camino hacia Siquem; así cometieron abominación. 
10 En la casa de Israel he visto inmundicia; allí fornicó Efraín, y se contaminó Israel. 
11 Para ti también, oh Judá, está preparada una siega, cuando yo haga volver el cautiverio de mi pueblo.
1 Mientras curaba yo a Israel, se descubrió la iniquidad de Efraín, y las maldades de Samaria; porque hicieron engaño; y entra el ladrón, y el salteador despoja por fuera. 
2 Y no consideran en su corazón que tengo en memoria toda su maldad; ahora les rodearán sus obras; delante de mí están. 

Los versículos 7 al 10 son una descripción de la maldad del pueblo. No vamos a entrar en ello sólo indicar que cuando se menciona a “Adán”, quizás no se refiera a la historia del primero hombre, sino a una ciudad que parece que existía en esa época. Lo mismo sucede con “la casa de Israel”, pudiendo ser la ciudad de Bet-el. Esto parece coherente porque Oseas tiene la particularidad de mencionar frecuentemente las distintas ciudades (ver el capítulo 5).

Así que tanto Israel del Norte como Judá se han desviado, al tratar Dios de arreglar el asunto, al acercarse al pueblo todo su pecado queda expuesto. El pueblo pensaba que Dios dejaba pasar, que no tenía en cuenta lo que ellos estaban haciendo mientras mantuvieran sus ritos. Pero Dios tiene en su memoria toda la maldad, y no sólo lo recuerda sino que lo tiene en cuenta: se ha roto el pacto.

Curiosamente, mientras estudiaba este capítulo de Oseas, estaba leyendo también el libro de Deuteronomio, para mí el libro del pacto por excelencia. Vamos a leer unos versículos:

Has declarado solemnemente hoy que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como telo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho” (Deuteronomio 26:17-19)

Qué contraste entre el pacto original a la situación que había ahora. Israel se encontraba dividido y cada una de sus partes bajo una amenaza de desaparición de las grandes naciones vecinas. No quedaba nada de fama y gloria, porque ellos no anduvieron en los mandamientos de Dios. Ante la ruptura del pacto, Dios inicia un juicio contra ellos con su respectiva sentencia, y es ese parte del contenido del libro de Oseas. La sentencia es ¡culpable!

  • Una pregunta de reflexión ¿Consideras que Dios toma en cuenta tu pecado?

Dios explica la maldad (7:3-12)

En esta parte, quizás la más amplia, vamos a resumir primero el sentido original, lo que significó para el pueblo y luego veremos la aplicación para nuestras vidas.

A. Internas (3-7)

3 Con su maldad alegran al rey, y a los príncipes con sus mentiras. 
4 Todos ellos son adúlteros; son como horno encendido por el hornero, que cesa de avivar el fuego después que está hecha la masa, hasta que se haya leudado. 
5 En el día de nuestro rey los príncipes lo hicieron enfermar con copas de vino; extendió su mano con los escarnecedores. 
6 Aplicaron su corazón, semejante a un horno, a sus artificios; toda la noche duerme su hornero; a la mañana está encendido como llama de fuego. 
7 Todos ellos arden como un horno, y devoraron a sus jueces; cayeron todos sus reyes; no hay entre ellos quien a mí clame. 

Antes vimos la maldad del pueblo en general, en la línea de todo el libro, el pueblo adultera y se prostituye con otros dioses. En otros textos anteriores Oseas ya había hecho referencia al poder de Israel, sobre todo al poder religioso, a los sacerdotes. Ahora Oseas expone la corrupción política de los reyes y sus allegados.

Oseas profetizó en el reinado de Jeroboam II. Al morir éste, le sucedió su hijo Zacarías, que reinó sólo 6 meses antes de ser asesinado. Le sucedió Salum, el que lo mató y éste reinó un mes antes de matarlo. Le sucedió Manahem, que corrió mejor suerte y no lo mataron, pero sí lo hicieron con su hijo al ser rey, Pekaía en el segundo año de su reinado. El siguiente rey estuvo veinte años, pero el resultado fue también el asesinato. El último rey de Israel fue Oseas, el cual no fue asesinado, pero los Asirios acabaron con el reinado del norte definitivamente, fue llevado cautivo a Asiria.

Esta es tragedia de los últimos años del reino del norte. En apenas 30 años pasaron 6 reyes por el trono, y la tónica era heredar el trono por medio del asesinato. Es esa la inestabilidad política que Oseas plantea que se va a presentar en el futuro.

Para ello utiliza la imagen de un horno, probablemente de un horno público, en el que las familias llevaban sus panes preparados para cocerlos. El horno por la noche se mantenía encendido pero tranquilo, y por la mañana se aumentaba el calor y las llamas para cocer los panes.

Oseas dice que el pueblo alegra y emborracha a sus reyes, probablemente en sus días especiales o en su cumpleaños, aparentando que todo está tranquilo, pero de la noche a la mañana, todo arde en llamas y el rey es quitado de su lugar.

B. Externas (8-12)

8 Efraín se ha mezclado con los demás pueblos; Efraín fue torta no volteada. 
9 Devoraron extraños su fuerza, y él no lo supo; y aun canas le han cubierto, y él no lo supo. 
10 Y la soberbia de Israel testificará contra él en su cara; y no se volvieron a Jehová su Dios, ni lo buscaron con todo esto. 
11 Efraín fue como paloma incauta, sin entendimiento; llamarán a Egipto, acudirán a Asiria. 
12 Cuando fueren, tenderé sobre ellos mi red; les haré caer como aves del cielo; les castigaré conforme a lo que se ha anunciado en sus congregaciones.

A estos problemas externos se le añadían los externos. Israel, como torta no volteada, lo que hace referencia a que al no darle la vuelta estaba sin terminar y débil, como paloma incauta, haciendo referencia a su ingenuidad, busca ayuda en naciones extranjeras, resultando que son ellas sus enemigos.

Israel sufre por ello:

  • Pérdida de identidad, mezclándose con las otras naciones
  • Desequilibrio e inestabilidad
  • Pérdida de sus fuerzas de su protección (la vejez adelantada)

C. Conclusión

  • ¿Qué intrigas internas tenemos nosotros? Nosotros no derrocamos reyes, no matamos, pero en el fondo podemos tener intrigas, intereses personales que nos mueven a engañarnos. Podemos tener un horno a fuego lento que poco a poco nos puede llevar a inentar derrocara  nuestro Dios de nuestra vida.
  • ¿Cuáles son nuestros aliados? Quiero hacer una llamada a tener cuidado con la psicología actual. No estoy en contra de la ciencia en sí misma, sino de los conceptos sobre los que muchos psicólogos se manejan. Cuidado con todo aquello que va en contra de los valores bíblicos. Cuidado con buscar ayuda en programas de autoayuda que salen en la televisión y o en revistas, porque pueden convertirse en armas en contra nuestra y no a nuestro favor, apartándonos de la verdad bíblica.
  • ¿Cuál es nuestro estado? Analicemos nuestro estado enfrentándonos a nuestro espejo, la palabra de Dios, quizás nos creemos fuertes, pero somos inestables y nuestras fuerzas están gastadas.

Dios exclama su incomprensión (7:13-16)

13 ¡Ay de ellos! porque se apartaron de mí; destrucción vendrá sobre ellos, porque contra mí se rebelaron; yo los redimí, y ellos hablaron mentiras contra mí. 
14 Y no clamaron a mí con su corazón cuando gritaban sobre sus camas; para el trigo y el mosto se congregaron, se rebelaron contra mí. 
15 Y aunque yo los enseñé y fortalecí sus brazos, contra mí pensaron mal. 
16 Volvieron, pero no al Altísimo; fueron como arco engañoso; cayeron sus príncipes a espada por la soberbia de su lengua; esto será su escarnio en la tierra de Egipto.

La versión del 60 traduce mal el v.13, voy a leerles la traducción de este versículo según la del 95, pero casi todas las versiones tienen este sentido, que es muy importante:

“¡Ay de ellos! Porque se apartaron de mí; destrucción vendrá sobre ellos, porque contra mí se rebelaron; yo los redimiría, pero ellos hablan mentiras contra mí”.

Revisando algunos comentarios, encontré también una nota curiosa acerca de la poesía hebrea, y es que hay un paralelismo: “Aunque yo, por mi parte, los habría redimido, pero ellos, por su parte, han hablado mentiras contra mí” (Wood, pag 87).

Oseas expresa aquí a un pueblo que rechaza la redención, Dios les ofrece la oportunidad, pero el pueblo le rechaza. Ellos en vez de buscar a Dios, se acostaban en los divanes en los que se adoraba a Baal (“Las camas en las que aullaban”), celebrando fiesta a otros dioses, haciéndose marcas en el cuerpo (la expresión “se congregaron” es más bien “se laceraron”, se dieron latigazos).

En estos versículos nuevamente surge implícita la primera pregunta, porque Dios habla de las oportunidades que les dio, les enseñó, les fortaleció, pero no volvieron a Dios. El llamamiento al verdadero arrepentimiento de Oseas de los primeros versículos del capítulo 6 cayó en sacos rotos.

Conclusión

En el ámbito judicial y familiar, en las separaciones, muchas veces uno de los padres que pierde el contacto con sus hijos de forma injusta, inician un proceso legal, aún sabiendo que es prácticamente imposible recuperar ese contacto, pero quieren dejar claro que sus hijos en el futuro sepan que hicieron algo por ellos. No quieren que se les eche en cara que no hicieron nada.

En la última predicación comentaba que en el Antiguo Testamento vemos cómo Dios se muestra con una misma dinámica: si el pueblo desobedece, él lo castiga, y luego cuando se arrepiente lo perdona y lo restaura, pero el pueblo nuevamente vuelve a fallar a Dios ¿qué puede hacer para que me seas fiel? ¿qué puedo hacer para que me ames?

Te rescaté, te creé, te formé, te di vida. Si te bendigo, si te lleno de bendiciones, tú lo que haces es desviarte, dándole lo que te doy a otros dioses. Si te castigo, te arrepientes, pero tarde o temprano vuelves a desviarte. ¿Qué puedo hacer por ti?

Algo que no puede hacer es dejar pasar nuestra maldad, como hemos visto, Dios tiene en cuenta tu pecado, no lo puede pasar por alto, lo tiene constantemente presente, aunque no lo creamos ¿qué puedo hacer por ti?

Eres débil, te alías con tus enemigos, tu camino te va a llevar a la destrucción, a un juicio con una sentencia de culpabilidad, ¿qué puedo hacer por ti?

Te he ofrecido redimirte, rescatarte del lugar en donde estás, pero me rechazas y me intentas engañar ofreciéndome sacrificios ¿qué puedo hacer por ti?

Creo que la respuesta a esta pregunta es Jesús. Dios parece que para de castigar a su pueblo, el castigo lo recibe Jesús poniéndose como sustitución. Dios con la muerte de Jesús te da además su presencia constante a través del Espíritu Santo. Dios aún pudo hacer más para tener un pueblo, Dios formó con Jesús un nuevo pacto, posible de cumplir. Pero este ya es el último movimiento de Dios por tu salvación, por tu rescate. Ahora sólo trata de convencerte para que lo aceptes. Después de la muerte de Jesús ¿qué más quieres? ¿qué más estás esperando?

Finalizar con el texto de la canción de Marcos Vidal «Dime que más».

Foto de Cullan Smith en Unsplash