“Estad quietos y conoced que yo soy Dios;
Seré exaltado entre las naciones;
Enaltecido seré en la tierra”
Salmo 46:10
No sólo en este salmo, sino que por toda la revelación divina se proclama la verdad de que Dios finalmente será reivindicado en todo el universo. Al final de esta gran historia de la que ahora formamos parte, Él será reconocido como único Dios glorioso y soberano, comenzando un escenario radicalmente distinto.
En cambio, en medio de nuestras luchas, solemos mirar tan sólo al momento en el que ésta acabe, poniendo la mente en nosotros. Así, puede que nos invada una sensación de derrota, al ser conscientes de nuestro propio final ante la muerte. Y ya no sólo la muerte, sino ante la posibilidad de perder la dignidad en nuestra vejez.
Pero “el final” no somos nosotros. Es Él.
Con esto en mente, es posible tener una perspectiva distinta. Inmersos en un conflicto, no importa de qué tipo sea, podemos apuntar más allá del punto de la solución temporal que deseamos. Si logramos retener en nuestra mente que Dios será enaltecido, y que lo hará a través de mí, la perspectiva cambia.
Por ejemplo, nuestra oración con una mente limitada está mayormente centrada en nosotros. Pedimos ser reivindicados, que se nos reconozca la razón, o que el conflicto se acabe como sea para recuperar nuestra tranquilidad. Pero nuestra oración puede ser como este salmo: dame la confianza de que, termine como termine todo, tú serás reconocido como Dios único. En este momento, incluso puede que Dios nos oriente a tomar mejores decisiones, desplazando a nuestro yo del centro y colocándolo a Él.
Foto de Priscilla Du Preez 🇨🇦 en Unsplash
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