“Mi alma está muy triste hasta la muerte”
Jesucristo (Mateo 26:38).
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La realidad de nuestra alma
Somos seres espirituales. No es fácil comprender lo que eso significa en toda su magnitud, pero es real. Incluso algunos ateos y agnósticos llegan a afirmar que tenemos algún tipo de “espiritualidad”. Hace poco escuché a una persona que se considera atea relatar un tiempo de retiro y silencio, describiendo lo que podríamos calificar de una experiencia espiritual.
Reconocer esa realidad implica que debe ser bueno que hablemos de ella. Y más aún cuando nos estamos relacionando con el único Dios creador. Bueno para nosotros y para quienes nos rodean. No hacerlo puede implicar quedarnos en un mundo superficial.
Cómo lo hicieron otros
Te animo a que leas lentamente y varias veces las siguientes palabras:
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía”.
Los hijos de Coré. Salmo 42:1 (RVR60)
Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Pues se ha dignado mirar a su humilde sierva”.
María madre de Jesús, Lucas 1:46-48 (RVR60)
“Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.”
Jesucristo, Juan 12:27 (RVR60)
“Dilátame en el amor, para que aprenda a gustar con la boca interior del corazón cuán suave es amar, y derretirse y nadar en amor. Sea yo cautivo del amor, saliendo de mí por el grande fervor y admiración”.
Tomas Kempis. Imitación de Cristo.
“Ahora me gusta tanto la presencia de Dios que cuando, durante media hora o así, se me escapa de la mente (como ocurre muchas veces al día), siento como si lo hubiera abandonado y como si hubiera perdido algo muy precioso en mi vida”
Frank Laubach, Cartas de un Místico Moderno (traducción propia).
“Mi alma se regocijó con un gozo indescriptible al ver a un Dios así, un ser tan glorioso. Estaba satisfecho y complacido en mi interior de que Él fuese Dios sobre todo para siempre. La belleza, la grandeza y las otras excelencias de Dios me cautivaron y deleitaron de tal manera que estaba absorto en Él”.
David Brainer. La Vida y el Diario de David Brainer.
Preguntas que nos pueden guiar
¿Cómo oras? ¿De qué cosas has estado orando? Si no estás orando, ¿por qué crees que es? Incluso cuando no oramos podemos hablar de lo que nos desalienta, de nuestros intentos fallidos, del ruido que hay en nosotros.
¿Cómo describirías el amor que tienes hacia Dios? ¿Conversas con Dios sobre ello? ¿Cómo vives el amor que recibes de Dios? Más allá de las cosas que nos pasan.
¿Cómo crees que es estar lleno del Espíritu? ¿Lo has vivido? ¿Lo deseas? ¿Qué miedos te produce?
Profundizando
Quizá son preguntas que sobrevuelan sobre aspectos doctrinales. ¿De qué otras cosas y experiencias hablarías si quisieras hablar de tu alma?
Foto de Giulia Bertelli en Unsplash
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