Dios es juez justo,
Y Dios está airado contra el impío todos los días.
Salmo 7:11
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Introducción al Salmo
Los salmos que piden a Dios liberación y justicia son abundantes. En este de David, el rey pedía que actuara con justicia, pero a su vez estando dispuesto a ser juzgado él mismo con la misma vara. David se pregunta: ¿soy culpable de agredir o tratar injustamente a otros? Y entiende que no lo es. Sin embargo, él sí es víctima de ataques y persecuciones que no se merece. Por ello, pide a Dios que tome cartas en el asunto, que le defienda y castigue a sus enemigos.
La ira de Dios
Poniendo algo de imaginación, podemos suponer que las reyertas de aquellos tiempos no eran nada “diplomáticas” ni caballerosas. Uno no se abalanzaba sobre otra persona con calma y asertividad. Todo lo contrario, cuando luchaban a muerte, las expresiones de ira debían ser frecuentes y expresadas en sus rostros, con gestos y gritos. Eran tiempos en los que la ira estaba a la orden del día. Hoy en día, muchos de nosotros, si hemos vivido en entornos protegidos y de respeto, hemos visto pocas veces una ira desbocada de ese estilo.
Pero David la conocía, sabemos que participó de numerosas guerras y por tanto la veía continuamente y probablemente la sentía él mismo. Es en medio de ese entorno que pide que Dios también responda desde su ira. Además, llega a afirmar que Dios vive con una ira continua o diaria. El versículo 11 se traduce de formas diversas, pero su sentido es que cada día, el malo y su maldad está presente delante de él, por lo que Dios no deja de reaccionar de eas forma. Como la maldad no descansa, el enojo de Dios tampoco lo hace.
¿Está Dios continuamente airado?
No podemos tener una visión precisa y clara en nuestra mente del “funcionamiento” de las emociones de Dios. Él no es un ser humano como nosotros. Nuestras emociones prevalecen unas sobre otras, se desbocan, son incomprensibles y están limitadas a acontecimientos concretos que nos suceden. Pero la realidad de Dios no es así. Dios está complacido, disfruta de su creación y a la vez se indigna por lo que el ser humano hace, y todo eso continuamente. Mientras se alegra por la redención de las personas, se entristece por la pérdida de otros, se duele por la existencia de la muerte, se conmueve por nuestra miseria y se enoja de la maldad.
¿Cómo es posible todo ello en una persona? No nos toca comprenderlo, pero tampoco negarlo o ignorarlo. Dios aún hoy sigue teniendo la maldad presente y reaccionando con su ira (Romanos 1:18). Toda la realidad de la humanidad y su creación está frente a él y Dios con su persona completa lidia con ella sin parar.
Cristo y la ira de Dios
Pero todo no está dicho aquí. David no conocía sino una solución por parte de Dios, que no es incorrecta, pero tampoco completa. Dios es justo e intervendría con justicia a través del castigo y la venganza y eso también ocurrirá.
Pero trazó un camino nuevo para librarnos de su ira y dicho camino también está presente continuamente delante de Él. La muerte y resurrección de su hijo Cristo diariamente afecta a la forma de luchar con nuestra realidad y diariamente está reconciliándose con nosotros por él.
Foto de Greg: https://www.pexels.com/es-es/foto/paisaje-de-la-orilla-del-mar-2418664/
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