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La vida y la fe en nuestro día a día
Vivimos por fe y no podemos funcionar sin ella. De hecho, sin fe nuestro mundo puede convertirse en un sinvivir. Cada día salimos a la calle esperando que no nos suceda nada, que los conductores pararán sus coches en los semáforos, que nadie nos va a atacar sin razón, que los ascensores no se caerán y un sin fin de situaciones similares a estas. Aunque cosas parecidas suceden de vez en cuando, suponemos que no será nuestro caso. Es cierto que es más fácil responder con confianza en algunos lugares que en otros, ya que la seguridad es distinta según donde nos movamos; pero es que aún en entornos sumamente peligrosos, buscaríamos aquellas cosas en las que, por pequeñas que sean, podríamos encontrar alguna confianza, como que el suelo no se moviera, etc…. Así que si queremos seguir funcionando como personas, necesitamos confiar (tener fe) en ciertas cosas.
Además, tendemos a confiar en lo que nos dicen los demás. Es nuestra naturaleza, aunque eso nos lleve en ocasiones a problemas cuando nos engañan, pero sabemos que es mejor creer que nos van a decir la verdad, al menos quienes son más cercanos a nosotros, que pensar continuamente que nos están mintiendo . Podemos aprender que hay personas que tienden a mentirnos, como los que nos quieren vender algún producto, o como nuestros hijos cuando han hecho algo malo, pero preferimos aceptar las palabras de otros como verdad. Es más fácil vivir así que tener que comprobarlo todo continuamente por nosotros mismos.
Es por eso que el autor de la carta a los Hebreos, al hablar de la fe, dice: “La fe demuestra la realidad de lo que esperamos; es la evidencia de las cosas que no podemos ver. (Heb 11:1, NTV). Certeza y convicción, confiar en que algo es verdad y confiar en que podemos vivir según esa verdad.
Cuando una persona llega al punto de desconfiar siempre de los demás, y esta desconfianza sale de su control, serían evidentes los problemas y las carencias en sus relaciones personales y con su entorno.
Así que, vivir sin fe, es un sin vivir, y por ello toda persona normal practica la confianza cotidianamente, la mayoría de las veces sin tomar una decisión consciente y sin darse cuenta. Por tanto, la fe no es un misterio, sino algo que conocemos muy bien en nuestra propia vida y que nos ayuda a sobrellevarla.
Algunas reflexiones
Esto me lleva a dos reflexiones:
- La primera es una pregunta: que nuestra sociedad se muestre tan poco saludable ¿está provocado precisamente porque ha puesto su confianza o fe en fundamentos que no coinciden con lo que debería ser y hacer el ser humano? A pesar de los años y años de experiencia de la humanidad, parece que no somos capaces, como especie, de fundamentar nuestra vida por nosotros mismos en algo sólido.
Como respuesta a esta pregunta, muchos creemos que solo Jesús es fiable y por eso nos hemos convertido en alumnos suyos. Él habla de sus enseñanzas y de su persona como algo en lo que vale la pena poner nuestra fe o confianza (Mateo 7:24-27). Le damos credibilidad y le cedemos nuestra vida porque reconocemos que es quien mejor sabe manejarla, él sabrá hacer algo bueno de ella. Muchos que hemos tomado esta decisión podemos afirmar con rotundidad que así es.
- En segundo lugar, pensar en la fe como algo cotidiano, nos permite establecer un puente para explicar qué es lo que significa cuando decimos que creemos en Jesús, o que tenemos fe en Dios. Al pensar en cómo todos utilizamos la fe en nuestro día a día nos permite acercar a otros lo que el término significa en referencia a Cristo.
Las palabras “fe” y “creer” con el tiempo han llegado a significar cosas de las que en la Biblia no se hablan, como, por ejemplo, un esfuerzo mental para que las cosas sucedan. Creer, tener fe o confiar en Jesús implica según la Biblia estas dos acciones por nuestra parte: dar veracidad y actuar confiadamente. Y eso es lo que Jesús demanda de nosotros.
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