Un texto complicado

En Lucas 14 hay un pequeño discurso que Jesús da a la multitud que le seguía (v.25). Según vemos en la redacción que hace el evangelista, esas palabras conforman los versículos 25 hasta el 35 (incluyendo la alusión a la sal insípida) y terminan con un reto: “el que tenga oídos para oír, entienda”(v.35)… Al menos yo, todavía estoy intentando entender qué quiso decir. Jesús mismo reconoce que sus palabras son harto complicadas o misteriosas.

¿Por qué es un texto difícil? Los que hemos escuchado por años predicaciones sobre los evangelios sabemos que hay una interpretación tradicional y aceptada: para ser discípulo de Jesús tenemos que renunciar a todo, porque podríamos empezar el discipulado y no terminarlo; pero luego  compara este proceso con un constructor o un rey que se van a embarcar en un proyecto y primero se paran a  calcular si tienen suficientes recursos para hacerlo. Sin embargo, si lo razonamos, cuando pensamos en los detalles, la comparación no es tan sencilla y casi diríamos que no muy buena, Jesús podría haber utilizado otras imágenes mejores para ilustrar esta idea. Veamos las dificultades:

Cuestionando la interpretación tradicional

  1. Renunciar a algo no es lo mismo que calcular si uno tiene o no ese “algo”. Es precisamente lo contrario. Para renunciar ¿hay que hacer cálculos?
  1. Jesús parece decir: “mejor es que no lo intentes” ¿Esto tiene sentido a la hora de la decisión más importante de la vida , ser o no discípulo de Cristo? ¿De verdad es mejor no intentarlo que quedarse a medias?Si esta fuera una opción posible, claro. ¿Y cómo un futuro discípulo  intentaría negociar con Dios porque no tiene lo suficiente para afrontar el camino del discipulado?
  1. Si esto lo comparamos con el relato anterior en el que Jesús menciona que se presionó a las personas sin nada para entrar en las bodas del reino, ¿cómo es que ahora hay que hacer tanto esfuerzo?
  1. ¿Y porque luego habla de la sal insípida que si no sirve se arroja fuera? ¿Cómo se relaciona esa sal con el hecho de la renuncia?
  1. A esto hay que añadir dos cuestiones más. Esta enseñanza parece contradecir dos fundamentos de la teología de la salvación ¿Jesús invita a hacer algún esfuerzo por nuestra parte para llegar a ser su discípulo? ¿Es que se puede empezar y dejar de ser discípulo de Cristo como sugieren las dos parábolas? Las respuestas a estas preguntas son tan sinuosas que quizás nos invitan a pensar que Jesús está hablando en este texto de otra cosa y que aún no lo hemos comprendido.

Con todo esto, me presento ante Jesús y reconozco que me estoy rascando la cabeza intentando comprenderle, porque tengo oídos, pero no entiendo.

Una posible vuelta de tuerca

Me gustaría presentarles una alternativa que tan sólo estoy reflexionando, y de la que aún  no estoy seguro. Les invito a  continuar el hilo de la reflexión y a plantear las “pegas” de esta interpretación: ¿Y si es Jesús y su padre quienes están representados como el constructor y el rey? Jesús se vuelve, les mira y se pregunta ¿con quiénes cuento? Porque para construir una torre, o ir a la guerra, o expandir el reino, necesita  personas dispuestas a dejar sus hogares  y sus familias.

Hay algunas cosas que me impulsan a pensar así:

  1. No es la primera vez que Jesús se compara a sí mismo y a su reino con un hombre encargado de algo. (Ver Mateo 13 o Lucas 15).
  2. Tampoco sería la primera vez que empezando a hablar de una cosa, Jesús plantee ideas que desconciertan.
  3. Jesús está planteándose ¿quiénes le siguen? ¿con cuántos cuenta? ¿quiénes son útiles? Estas preguntas tienen relación directa con las ideas del constructor o del  rey que emprenden un proyecto
  4. Además, ambas cosas implican que las personas dejan su entorno cercano para cumplir esa misión por bastante tiempo. Con la guerra es más fácil imaginar al soldado dejando su familia para ir a lugares lejanos. Con la construcción de la torre también tiene sentido, porque se refiere a una fortificación, que es probable que se levante en algún lugar alejado y que conlleve un largo período de tiempo.
  5. Además, la última alegoría de la sal cobraría sentido, no toda la sal es útil para la salar, no todos los que están en la multitud son útiles y trabajarán en  el proyecto de Dios.
  6. Puede que los que le escuchaban le entendiesen, ¿no esperaban precisamente eso de Jesús, que levantara torres y hiciera  guerras?

Consecuencias teológicas

Si esto es así, ahora podremos pensar cuáles serían las consecuencias teológicas que nos afectan concretamente a nosotros. 

No podemos olvidar que Jesús sigue hablando de discipulado, él busca a quienes poder enseñar, moldear y enviar como sal para llevar a cabo su propia misión (no la de los discípulos). Para ello, necesita personas dispuestas a dejar sus raíces, sus influencias y todo aquello que impedirá aprender por completo la vida del reino que luego irán a compartir.

¿No es lógico con esta idea que diga: “tienes que dejar a tu familia e incluso renunciar a ti mismo”? Todo eso obstaculiza el aprendizaje que él tiene para nosotros.Lo que nos pide  es renunciar a la influencia de los valores que provienen de nuestro mundo, para llegar a ser precisamente los instrumentos con los que Dios cuenta para salvarlo.

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