El escándalo ante el pecado

En ocasiones,  escuchamos un pecado de alguien que conocemos y nos llevamos las manos a la cabeza. Puede que lo cause la sorpresa o el que los hechos nos parecen horrorosos. Muchas veces lo son, otras, no tanto.

Pensando acerca de esto, hice un repaso de las veces en que Jesús reaccionó escandalizándose. Corríjanme si me equivoco, pero creo que no se relata ninguna ocasión o quizá, como mucho,  cuando vio los negocios que se hacían en el templo. No recuerdo a Jesús sorprendiéndose por pecados que no se esperaba u horrorizado por ellos.

El escándalo en casa de Simón el fariseo

Vayamos a ver lo que sucedió en casa de Simón el fariseo (Lucas 7:36-50). Simón se escandaliza de que una mujer de mala reputación llorase públicamente, besase los pies de Jesús, se soltara el pelo (muy mal visto en aquellos tiempos) y derramase un perfume muy caro para ungir a Jesús con él.

Jesús hace algo totalmente inesperado y totalmente contrario a la actitud de Simón, desborda compasión, amor, aceptación:

–       Le permite tocarle y que le bese los pies.

–       Acepta el perfume que le ofrece.

–       No se avergüenza de ella, no dice absolutamente nada de su pasado, sino que todo son palabras de honra y reconocimiento.

–       La deja ir libre, no hay manipulación alguna, sino libertad plena; no la deja con una deuda emocional, ni con pasos pendientes que hacer, sino le dice: “vete tranquila”, sigue viviendo.-       La perdona, aquella mujer sentía que Jesús tenía que perdonarle, algo verdaderamente inaudito cuando ella no le habría hecho nada a Jesús mismo, y Jesús se lo concede

Más ejemplos

Vayamos al pozo junto a la mujer samaritana (Juan 4). Jesús saca a la luz su vida y no se escandaliza, sino que la acepta y le propone cosas diferentes. En este caso no vemos la reacción de arrepentimiento de la mujer, aunque seguro que la hubo.

También podemos pensar en aquella otra mujer que cogieron en el acto de adulterio. Sucede algo parecido.

Estas tres historias, además, tienen algo que ver con la  sexualidad, que encierra los pecados de los que más nos “gusta” escandalizarnos. 

Lo que causa el escándalo

El escándalo humilla y no libera. Planta una barrera y pone trabas a la reconciliación. Dificulta la aceptación y la expresión del amor. La persona que confiesa su pecado ante otros y recibe como respuesta el escándalo, difícilmente se reintegrará en la comunidad.

No quiero decir con todo esto que el pecado no es grave. Lo es, y hay actos que de verdad son muy dañinos para otros, por los cuales deberíamos sentir dolor; pero cuando la gracia inunda nuestra vida, es tan abundante que ante la confesión no hay escándalo, sino gozo, fiesta y acogimiento.

El escándalo de la gracia

El escándalo que deberíamos ver y desear es el de reacción de la sociedad cuando ve a un padre recibir con fiesta al hijo que le deseó la muerte (Lucas 15).

El escándalo verdadero es ver al hijo de Dios despreciado, avergonzado por los seres humanos, entregado para rescatar a quien no quiso saber nada de él. El escándalo de la cruz y el escándalo de la gracia.

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