Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio
Colosenses 1:3-5
Amor y fe no son dos caminos paralelos, sino que caminan juntos, y por ahí anda también la esperanza. Como escribió Pablo en otro lugar: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13). ¿Por qué se conectan estas la fe y el amor?
Amar implica entrega. Dejar de mirar hacia uno mismo y aventurarse en una búsqueda de beneficiar al otro perdiendo de vista el costo. El amor por sí solo tiene algo de arriesgado, porque ponemos en juego nuestra persona. Nos despojamos. Y aquí entra la fe o confianza que sostiene ese amor. ¿Por qué puedo llegar a ser capaz de entregarme sin trabas a Dios? Porque tengo confianza en que él me ama y que él va a cuidar de mí. Si vivo una vida de desconfianza, de dudas sobre la bondad, justicia y capacidad de Dios, difícilmente voy a entregarme a él en amor.
Esto sucede también con las personas a las que tengo a mi alrededor, porque amaré cuando confíe en que otros cuidan de mí. Me desprendo cada vez más de mis cosas y de mí mismo cuando me encuentro seguro en que me sostienen. Esto implica que para quienes están acostumbrados a ser autosuficientes y protectores de sí mismos, difícilmente van a ser personas que aman a través de la renuncia. La autosuficiencia es una barrera que impide entregarme, porque al final la necesidad de protección vence.
¿Es posible que abusen de nosotros cuando nos entregamos en amor? Diría que casi es una garantía, será casi inevitable tener algún tipo de experiencia en la que se aprovechen o abusen de nosotros (y quizá lo hagamos nosotros si no nos cuidamos). La confianza en otras personas tiene sus inconvenientes, porque nos encontraremos con personas gobernadas por su egocentrismo.
Sin embargo, podemos mirar a Jesús como maestro. Siempre podemos contemplar la cruz y la resurrección. Él se entregó a sí mismo y lo llevaron a la muerte. Pero incluso su muerte fue un camino de restauración y de amor para nosotros. Expresado en palabras del evangelio de Juan: “sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre (la confianza), como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin (el amor)”. Juan 13:1
Comentarios recientes