1 Respondió Job a Jehová, y dijo:
2 Yo conozco que todo lo puedes,
Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?
Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;
Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.
4 Oye, te ruego, y hablaré;
Te preguntaré, y tú me enseñarás.
5 De oídas te había oído;
Mas ahora mis ojos te ven.
6 Por tanto me aborrezco,
Y me arrepiento en polvo y ceniza.
Job 42:1-6

Grandes batallas

Soy un seguidor del tenis. Como no dispongo de mucho tiempo para ver partidos completos, veo una gran cantidad de resúmenes. He visto cientos de puntos que seleccionan como los más bonitos o más relevantes, pero debo confesar que uno de los momentos que más disfruto es cuando finalmente se saludan al finalizar el encuentro: ¿cómo respeta el vencedor a su contrincante? y ¿cómo encaja el jugador la derrota? ¿felicitará al vencedor?

Cuando se produce una batalla, es tan interesante saber qué pasa con el que obtiene la victoria como con el que es el perdedor.

La batalla del libro de Job

El libro de Job empieza con un desafío y un enfrentamiento entre Dios y Satanás, el adversario. Cuando Satanás se presenta, Dios expresa alegría por Job, por su integridad y fidelidad; Satanás con cierta ironía desafía a Dios: “déjalo sufrir y verás cómo te maldice y te abandona”. Dios le da permiso para que lo ataque pero limitando su intervención a que respete su vida. Casi parecería una apuesta, a falta de decir qué se juegan.

El progreso del libro es tan lento que podemos correr el riesgo de olvidar cómo empezó todo. Tantas conversaciones interesantes y hasta cierto punto confusas e incluso a veces parece que contradictorias, hace que nos despistemos del principio.

Al terminar el libro ¿qué es lo que encontramos?

Un Satanás desaparecido

Lo que sucede es que “el adversario” es completamente ninguneado. Con o sin intención del autor al no nombrarlo, la participación de Satanás ya no tiene sentido. No se le presta atención para que reconozca que finalmente Dios tenía razón y que Dios ganó. 

Encontramos que se habla de Job, de sus amigos, y por supuesto de Dios. ¿Cómo encajó Satanás esta victoria? ¿No tendrían que haber también palabras de Dios hacia él para reivindicar su victoria? 

Lo que realmente sucede

El caso es que Dios no sólo “tenía razón”, sino que a raíz  de todo este conflicto, lleva a Job a un momento mejor del que estaba al principio. No me refiero a que recuperara lo perdido (aunque uno se pregunta si de verdad volver a tener hijos recompensa perder los que había perdido), sino porque llega a una relación o descubrimiento de Dios más elevado o profundo: “de oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” y a una mejor comprensión de sí mismo: “por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza”.

Mientras que en base a los dos primeros capítulos, parece que Job es simplemente un “objeto” en el que Dios y Satanás van a pelearse por ver quién tiene razón, al final vemos que tras la disputa con su adversario, Dios tenía puesta la mirada más en Job que en Satanás. Y esto es simplemente maravilloso y esperanzador para nosotros.

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