Contenidos
Texto
1 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. 2 Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. 3 Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. 4 Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5 Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? 6 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. 7 Entonces él se levantó y se fue a su casa. 8 Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
Mateo 9:1-8
Introducción
Estas semanas se ha estado hablando en los periódicos de la muerte del chico llamado Samuel a manos de otro grupo de jóvenes. Por una cuestión de un móvil que si estaban grabando o no, los chicos puestos de alcohol y drogas se van encendiendo y acaba todo en una paliza que acaban matando a uno de ellos.
Me acordaba de lo que decía una filósofa judía, que estuvo presente en uno de los juicios de uno de los dirigentes alemanes responsable de la muerte de los judíos en los campos de concentración.
Ella habló de la “banalidad del mal” y habló de que el mal, las cosas horrendas que podemos hacer, está muy posible en cualquier persona. Quienes lo cometieron, lo ejecutaron o lo dejaron pasar eran personas normales, como tú y como yo. Para un buen grupo de personas de aquella Alemania, un año estaban trabajando tranquilamente y haciendo su vida sin pensar en matar a nadie, y poco tiempo después estaban matando a muchos y participando en aquello. Si le hubieran preguntado si se vieran haciendo eso, probablemente dirían que no. Pero finalmente lo hicieron.
Para aquellos chicos que se levantaron por la mañana, que uno de ellos trabajaba en una tienda de venta de productos de comida, en ningún momento llegaron a pensar que aquél día iban a matar a un chico. Beben, consumen droga, se produce un incidente y acaban haciendo algo impensable. No les niego su responsabilidad, son responsables, pero el mal se los comió, les apresó sin buscarlo expresamente.
¿Hay posibilidad de perdón? ¿Es posible que alguien les diga: te eximo de tu responsabilidad? ¿Es fácil perdonar?
Podemos decir que quizá eso es más difícil de perdonar, y para nosotros lo es. Pero ¿realmente es fácil perdonar? ¿Y una infidelidad? Es menos grave que matar, pero no es fácil perdonar. Pero eso aún es grave. ¿Y que nos roben o nos quiten algo que apreciamos?
¿Y la mala gestión de un desastre natural? ¿Y la mala gestión política, del uso de nuestros impuestos? ¿Y cuando alguien a quien queremos se burla de nosotros y nos provoca vergüenza? ¿Es fácil perdonar?
Puede que estos chicos no vuelvan a matar en su vida. Es lo más probable. Puede que una infidelidad no vuelva a producirse. Puede que un padre no vuelva a pegar. Puede que alguien deje de consumir drogas, o que deje de mentir compulsivamente. Puede que alguien abandone la lujuria y deje de acostarse con mujeres o con hombres. ¿Es eso más difícil que perdonar?
Contexto
Este texto que acabamos de leer es el séptimo u octavo relato en estos pasajes de Mateo, en los capítulos 8 y 9. Mateo los ha escogido con un propósito que no es cronológico. No los pone como hechos que sucedieron uno detrás de otro, porque no fue así. Sino porque tratan de un mismo tema: la autoridad de Jesús sobre distintos aspectos de la vida: la naturaleza, la enfermedad, la maldad o el mundo espiritual.
Una vez más Mateo va a mostrar otra faceta más de su autoridad. Porque esto de perdonar tiene que ver con autoridad.
Resumen
Vamos a ver cuatro cosas hoy:
- La fe de estas personas
- Las limitaciones que nos ciegan ante lo que Dios hace
- La dificultad del perdón
- El temor y la alabanza ante Cristo
a. Una fe compartida (v.2)
2 Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.
La cuestión de la fe es un tema que se plantea en estos pasajes. Y una de las cosas hermosas de este pasaje es la fe compartida por amigos. Creo que es un caso extraordinario, porque nos ofrece una particularidad de la amistad.
- Algo particular de este pasaje es que es una fe o confianza compartida por varias personas. Jesús dice que responde al ver la fe de ellos. Algunos creen que puede excluir al paralítico, pero no tiene por qué. Puede que haya visto la fe de los cinco, aunque lo que se muestra o se puede observar es la de los amigos, porque es una confianza activa. La confianza en Dios o en Cristo tiene que ver con la acción no es pasiva. Al menos tiene que ver con tomar decisiones.
- A partir de aquí podemos imaginar un poco. No son enseñanzas directas, pero es lícito poder pensar en nuestras amistades y de qué manera compartimos nuestra confianza en Dios, la alimentamos entre esos amigos y la dirigimos hacia otras personas. O quizá una fe dirigida hacia proyectos que podamos tener en común.
- Es una fe que tiene que ver con la acción, como prácticamente toda fe. La confianza nos mueve hacia una dirección y a tomar decisiones. Raras veces la fe es pasiva. Dios no nos llama a la pasividad.
- Esto nos tiene que llevar a reflexionar sobre si mi vida es pasiva o activa. Activa no quiere decir que estoy en un ministerio concreto, lo que están haciendo estas personas no es un servicio organizado por una comunidad. Pero es una fe que mira a su alrededor y se mueve porque siempre hay alguien que pueda necesitar ayuda, siempre alguien con quien conversar o a quien llevar a Cristo.
- Es una fe “sacerdotal”. Es una confianza en Cristo que lleva a llevar a otra persona a sus pies. Con esto me refiero que son cuatro amigos que se ponen de parte del quinto. Parte de la labor de un sacerdote era hacer eso, mirar hacia Dios y decirle, aquí te traigo a esta persona y te rogamos en su favor. La fe de estos hombres trajo un beneficio para otra persona, no para ellos mismos, es una confianza de interceder y fue eficaz.
- No tenemos que olvidar que somos llamados a ser reyes y sacerdotes. Ya no hay un sacerdote que nos de el perdón, eso lo hace Cristo, pero sí tenemos funciones de interceder por otros, y de poder dirigirnos a Dios para presentar a otras personas.
b. Pensar mal limita nuestra posibilidad de asombrarnos de lo que Cristo puede hacer. (v.3-4)
3 Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. 4 Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
Se nos enseña a vivir de forma desconfiada. Vivimos sospechando continuamente, y eso es pensar mal. Realmente nuestra vida tiene que estar dirigida por la confianza, eso es una vida de fe. Lo que sucede es que tenemos que confiar en las cosas correctas.
Eso significa confiar en Dios, reconocer que la vida tiene que ver con él, que él es quien mejor la conoce, que Cristo fue quien mejor vivio la vida y la vida es ponerse bajo su manto.
Porque como estos hombres, pensar mal al final limita la vida y nos impide ver y maravillarnos de las cosas que de verdad importan.
A fin de cuentas, todos nosotros tenemos algo de fariseo y tenemos que preguntarnos por qué tantas veces pensamos mal en nuestros corazones. ¿Qué les hacía a ellos no darse cuenta de quién era Jesús y de lo que estaba pasando ante sus ojos?
Una cosa importante, ellos en realidad deseaban que viniese el mesías, pero querían que llegase y que las cosas continuasen de alguna manera como estaban. Como por ejemplo, que ellos fuesen admirados, que ellos fuesen consideados. En el fondo, al fariseo no le preocupa el pueblo, ni que Dios tenga razón, sin saberlo, están preocupados por ellos mismos y es ese mundo visto desde una perspectiva egocéntrica que nos hace pensar mal y no estar abierto a lo que Dios pueda estar haciendo delante de nosotros.
c. ¿Qué es más difícil? (v.5)
5 Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?
En aquellos tiempos se pensaba que una enfermedad de este calibre, como la parálisis, la ceguera o la lepra, había sido tenida o por su propio pecado o por el de un familiar (padres o abuelos). El pasaje no dice que es el caso, sabemos que no hay necesariamente una relación directa, pero eso estaba en la mente de las personas y puede que este hombre viviera angustiado con esa pregunta. De ahí que las palabras de Jesús tuviesen un significado patente en él.
Perdonar es que a una persona se le exime de pagar el daño que le corresponde por lo que ha hecho. Ese daño siempre se paga. Timothy Keller fue quien me hizo entender esa verdad. Si alguien me rompe un libro, o me lo pierde y yo decido perdonar, perdonar de verdad, yo pago ese daño. No le exijo el precio, o que me busque uno nuevo. Además no le pago con malas caras o con no volverle a hablar porque si no, le estoy haciendo pagar de alguna manera. Sino que decido vivir como si no lo hubiera hecho. Ese es un perdón completo.
Ahora bien, teniendo en cuenta esto, vamos a imaginarnos algo. Estamos en un juicio por un robo. Está el juez, el ladrón y el que sufrió el robo. Además de los testigos. No es una situación similar a los juicios de hoy, pero con eso nos vale. Entonces viene una persona ajena y dice: eh, yo le perdono.
¿Cómo? ¿Y quién es ése para perdonar? Todo entendemos que no puede hacerlo, no tiene autoridad. Las únicas personas que podrían perdonar sería en primer lugar, el que ha recibido el daño y en todo caso, el juez que tiene cierto tipo de autoridad.
Pues eso es lo que pasaba en aquél momento. Jesús dice, eh, yo te perdono. ¿Cómo? ¿Cómo podía Jesús perdonar? ¿Qué estaba perdonando? Si era la persona dañada, significaba que era Dios. Pero si era un juez que perdonaba, significaba que era Dios. En cualquiera de los dos casos, Jesús se estaba presentando como una persona con autoridad y para aquellos, eso no podía ser otra cosa que una mentira. No podía presentarse en medio de un juicio y asumir ese papel.
Perdonar no es fácil, y que Jesús pudiese hacerlo significó que él iba a tomar el daño. Él lo recibía, recibiría también su castigo y no se lo exigiría a él. Y eso es más difícil que darle la posibilidad de andar. Y todos lo sabían y Jesús demuestra que es una persona con autoridad.
Donald Carson escribió en su comentario a Mateo: ““Los hombres deben temer al que tiene autoridad para perdonar los pecados”
d. El temor y la alabanza
8 Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
Jesús con su voz hizo que un hombre fuese limpio de lepra, a su voz el mundo espiritual de maldad le obedecía, a su voz el mar se calmaba y con su voz ordenaba al mundo espiritual para que sanasen a una persona que no estaba presente. Y ahora tenemos a Jesús que con su voz, no sólo hacía a este hombre caminar, sino que demostraba que conocía lo más profundo y oscuro del corazón humano y también tenía autoridad sobre el perdón.
Sólo puede perdonar quien tiene autoridad para hacerlo y Jesús afirmó que él la tenía.
Por ello creo que tenemos una relación incompleta con el perdón. Pensamos que perdonar es fácil y no lo fue. Y ni darlo, ni recibirlo lo es. Ni vivir perdonado lo es. Sino piensa de cuántas maneras intentamos compensar a otras personas o a Dios mismo.
En aquél momento las personas que estaban al lado de Jesús comprendieron que lo que estaba sucediendo en aquél instante era especial, y temieron porque tenían delante de ellos a alguien con “autoridad”.
Tenemos mal asociado y en lucha dos cosas, a Jesús como una persona con autoridad y como una persona llena de gracia. Ambas cosas estaban en él como dice Juan: “lleno de gracia y de verdad”. Y no son contradictorias, tienen que ir de la mano. Sólo una persona con autoridad puede perdonar, sólo una persona llena de gracia puede perdonar. No se puede perdonar sin la una o sin la otra. Y ambas cosas tienen que sorprendernos.
De hecho, comprender ambas cosas puede ser de ayuda para nuestra liberación. Tener en mente a Cristo que sólo ama no nos ayuda demasiado, y tener en mente a un Cristo que sólo es autoridad menos todavía.
Foto de Joshua Burdick en Unsplash
Comentarios recientes