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1. El concepto de gloria. Alabanza. Adoración
Introducción: tanto en Hebreo como en Griego, se usan palabras distintas para hablar de glorificar, adorar y alabar. Cada una de estas palabras en español puede tener términos distintos al original, pero además algunas de ellas se han podido traducir igual en español. Así que meternos en un análisis completo de todo esto es una locura. Voy a proponerles una pequeña orientación sobre el uso de cuatro palabras españolas, pero lo que expongo no es exhaustivo.
Gloria
En hebreo encontramos la palabra “Kabod”. Su significado más básico es “peso”. En aquella época, el valor de una cosa estaba en su peso. Las cosas se cambiaban unas con otras en comparación con su peso, su medida, su volúmen.
La idea de “Kabod” es hablar del valor real que tiene algo. Si hablamos del valor de Dios, del peso de Dios, evidentemente estamos hablando del valor supremo. Cada cosa tiene su valor, y el valor correcto es el que Dios determina. Lo que es incongruente es que demos un valor equivocado a las cosas (Is 42:8).
Pero además, Kabod, tiene que ver con el resplandor del objeto o persona. En el caso de Dios, se muestra su gloria de formas distintas y su pueblo la vio varias veces en forma de luz (Ex 24:17).
Hay otra palabra en Hebreo que es Tipharah, que se refiere a la belleza externa, se usa también para hablar de las personas, pero mayormente de Dios.
En el NT , la palabra más usada para gloria es “Doxa”, de donde viene “doxología”. Hace referencia a la opinión o estima que se tiene de alguien y sigue estando enlazada con lo que una persona es (2 Corintios 3:18; Mateo 5:16). Los efectos o la forma en la que convivimos con esa gloria son múltiples.
En términos generales, la gloria de Dios tiene que ver con quién es, con la realidad de reconocerlo y apreciarlo. El verbo “glorificar” es la acción que procura reconocer a Dios en toda su esencia. Pensando en todo ello, podríamos profundizar en lo que significa para Dios la idolatría y cuando dice que él no comparte su gloria (Is 42:8)
Adorar
Las dos palabras más usadas tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo tienen un mismo sentido: inclinarse.
En el A.T. es Shachah. Se usa para postrarse ante reyes o personas relevantes, pero también ante Dios (Génesis 18:2; Salmo 95:6). En el Nuevo Testamento es “Proskuneo” y tiene el mismo sentido (Mateo 4:10; Jn 4:21-24, 1 Cor 14:25)
Hay dos cosas que quiero llamar la atención de estas palabras:
- Implica el uso del cuerpo. Lo espiritual y lo corporal están dados de la mano. Aunque la cultura puede modificar un poco el cómo adoramos con nuestro cuerpo, y también podemos tener diferencia entre lo que hacemos públicamente y lo que hacemos en privado, no podemos desvincular estos elementos. No promuevo que todas las iglesias tengan que bailar o brincar, pero adorar (que no es sólo cuando cantamos en público) tiene que ser algo que hacemos también con el cuerpo, con los ojos, la cabeza, las manos, los pies. Podemos probar en casa a arrodillarnos, o acostarnos en el suelo, levantar las manos.
- Lo segundo es que es una actitud de sumisión. Si pretendemos adorar a Dios haciendo lo que nos da la gana, Dios no le agrada. De hecho, siente desprecio por ello (Isaías 1). Y hay mucha confusión sobre esto, porque en conversaciones uno a veces escucha que lo importante es lo que sientes hacia Dios, y que uno se puede conectar con Dios en adoración, pero luego vive no ya luchando con lastres, sino haciendo voluntariamente lo que uno sabe que no debe hacer.
De hecho, la segunda palabra en griego que se usa para hablar de adoración es Latrueo, que tiene un sentido de “servir”. De ahí que el culto, en algunos lugares se llama “servicio”, porque es algo que se le entrega a Dios (Fil 3:3).
Alabar
La tercera palabra que vamos a ver es alabar. En el Antiguo Testamento es “Halal”. Tiene el sentido de “alardear”, dar gritos o tener júbilo. Por ejemplo, Gn 12.15, donde se alaba la belleza de Sara, mujer de Abraham. Pero su uso más común es el de alabar a Dios: Sal 148:2-5.
En el Nuevo Testamento podemos hablar de dos palabras: “Ainos” que tiene un sentido de ofrenda (Heb 13.15), y también de aprobación y reconocimiento. La otra palabra nos es más conocida “Eulogia”, de donde viene “Elogiar”. E implica “hablar bien”.
La palabra “alabar” tiene que ver ya no con el reconocimiento mental, ni con el cuerpo, sino con la palabra, que no necesariamente con la música. El caso es que si uno está admirado por algo, tarde o temprano tiene que hablar de ello, sino no es una admiración o adoración completa.
Proclamar
La alabanza también está relacionada con la proclamación. La proclamación no es necesariamente “evangelización”, anunciar que Cristo murió y resucitó. Proclamar es decir quién es Dios. Incluye el evangelio en un sentido específico, pero no sólo.
En hebreo la palabra es Qara. Quizá el texto más conocido es el de Isaías 61:1-3
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
En el Nuevo Testamento aparece la palabra “kerusso”. Se usa tanto para proclamar como para predicar. La idea es decir públicamente. Tiene mucho que ver con la alabanza, porque no se puede proclamar a Dios sin hablar bien de él.
A través de la alabanza musical, también proclamamos. Cuando cantamos públicamente, no podemos alabar sin proclamar. Y no se puede proclamar sin alabar.
Recopilando
Realmente, no creo que lo mejor sea que hay una especie de escalera. Que glorificar sea más que adorar o que alabar. Son palabras que tienen diferentes matices. Quizás el más específico es alabar, pero tampoco está enlazado sólo a la música, aunque sí a la palabra.
2. Una visión amplia de la gloria
Padres e hijos
El hijo sabio alegra al padre;
Mas el hombre necio menosprecia a su madre.
Proverbios 15:20.
¿Has escuchado a tu padre o a tu madre decir “qué vergüenza me haces pasar”? Educativamente hablando, no es lo mejor que podamos decir. Porque en esa frase dejamos ver que nos importa más nuestra reputación que nuestro hijo, pero hay algo de verdad en todo ello.
Cuando un hijo tiene un buen comportamiento en algún lugar, habla de sus padres. De alguna forma los está honrando.
Cuando el padre o la madre escuchan de otras personas hablar de cómo son sus hijos, admirándolos, a los dos se les hinchan los pulmones, se alegran. Cuando escuchan de ellos que su vida es vergonzosa, les produce dolor y tristeza.
Maridos y mujeres
Dios busca personas así. Pasa lo mismo en las relaciones matrimoniales y podemos ver esta idea más clara en Ezequiel 16:14
“Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehová el Señor”.
Jesús dijo que el padre busca verdaderos adoradores, y eso es más que buenos cantantes, o gente que se emociona. Sino vidas que son tan espléndidas que Dios los mira y se agrada de ellas. Un ejemplo es la vida de Job. Satanás pasa por la presencia de Dios y Dios le dice, ¿no has visto a mi siervo Job que no hay persona como él?
¿En qué consiste esta belleza? En la persona de Jesús. Somos llamados a ser como él. No somos llamados a portarnos bien, eso es algo pequeño. Robar o no robar, etc. La persona de Jesús es mucho más que eso. Es una persona que despliega amor, alegría, paz, paciencia, bondad, confianza (en vez de inquietud), templanza, etc.
La reacción natural: que lo expreses con tu boca
A veces se escucha cosas como “más vale una imagen que mil palabras” o “Lo que haces habla tan fuerte que no puedo escuchar lo que dices”. Hay parte de verdad en esto, cuando hay contradicción en lo que hablamos y en lo que decimos, generalmente le damos más peso a la conducta.
Pero la cosa no es tan fácil, y lo que no podemos pensar es que yo puedo vivir de una forma “correcta” y luego no hablar de ello. Eso es también una contradicción. Si callo sobre lo que es importante para mí, algo anda mal.
Todos sentimos el impulso de hablar de aquello que admiramos. Cuando no lo decimos, es que otro impulso mayor, como el miedo, como la importancia de lo que piensen de nosotros, es el que está dominando. Porque no es natural ni adecuado que no estemos hablando de lo que nos parece más importante.
Juan 1 y Génesis 1 están conectados. Dios en Génesis habla de que creó expresando palabras, diciendo. Y de Jesús se dice que es la palabra, el logos. Los griegos entendían esta idea, porque hablaba de aquello que iniciaba las cosas. Jesús mismo es la palabra de Dios, su revelación. Porque lo que Dios dice es siempre revelarse. Cuando yo hablo, y si lo hago sin intención de ocultar, siempre estoy hablando de mí mismo, no puedo dejar de hacerlo.
La palabra declara o tiene que declarar la verdad y eso es lo que tiene que hacer una vida cuando da gloria a Dios, lo expresa con su vida, pero también habla de ello, y por tanto, también canta sobre eso.
3. La redención y la alabanza
Cantar Salmo 24
Toda alabanza, explícita o mentalmente, tiene que ser bañada con la redención de Cristo.
Nuestra expresión de alabanza, cantada o hablada, tiene que estar envuelta del evangelio. O tiene que estar enraizada, o tiene que surgir (como si de una semilla se tratara) del evangelio. De la gracia, la verdad, de encarnación, vida entregada, muerte, resurrección y ascensión.
Efesios 1:4-5. Algo relevante dentro de la gloria de Dios es que se muestre lo grande que es su gracia. Nuestras vidas son un testimonio de lo que Dios puede hacer. De ahí que también vayamos siendo transparentes con nuestra historia. Que se muestre al mundo lo que Dios ha hecho con nosotros y con su iglesia.
En el caso del salmo que acabamos de cantar, ¿qué sentido tiene para nosotros ahora? ¿Es una aspiración a la perfección? ¿Tendríamos que dejar de cantarla? ¿Cómo nuestro maestro y Señor Jesús, con lo que hizo, cambia la forma de cambiar este y otros salmos?
Sólo él es el único que cumple este salmo y sólo por ir junto a él podemos llegar a estar junto con el padre. ¿Tenemos que decir esto siempre cada vez que cantamos las canciones? No necesariamente, tenemos que enseñar de forma continua a la iglesia a pensar adecuadamente.
5. ¿Qué sucede en la alabanza?
a. Dios es reconocido
Cantar el salmo 145. Te exaltaré, mi Dios mi rey.
Reconocer quién es, y también lo que hace, su historia. Los salmos nos muestran ambas cosas.
b. Vivimos la unión de la presencia de Dios
Cantar el Salmo 84. Cuan amables son tus moradas.
“Esto me lleva al otro sentido de la gloria: la gloria como claridad, como resplandor, como luminosidad. Brillaremos como el sol, recibiremos la estrella de la mañana […] No cabe duda de que, en cierto modo, Dios nos ha dado ya la estrella de la mañana: si madrugas lo suficiente, puedes salir y disfrutar de ese don muchas mañanas despejadas. Quizá pregunten: ¿qué más queremos? Queremos mucho más: algo que los libros de estética casi no mencionan. No obstante, los poetas y las mitologías lo saben todo sobre eso. No queremos solamente contemplar la belleza, aunque bien sabe Dios que esto ya es algo suficientemente generoso. Queremos algo más a lo que cuesta poner palabras: unirnos a la belleza que contemplamos, fundirnos con ella, recibirla dentro de nosotros”.
CS Lewis. El Peso de la Gloria.
c. Somos transformados
Cantar Salmo 139. Examíname Señor
Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.
2 Corintios 3:18
Todo aquello que nos acerque a estar cerca de la presencia de Dios, con una apertura dispuesta a que él envuelva y se una a nuestra vida, es un paso a ser transformados. Aunque no sea lo principal, lo que buscamos, pero eso sucede.
Puede ser que, como este salmo, sea porque nos lleva al arrepentimiento, pero puede producir más cosas, como una mejor asimilación de lo alucinante que es nuestro Dios, o producir en nosotros un amor más genuino.
d. Vivimos la comunidad. Cantamos juntos.
Cantar el salmo 100
A veces aún de vez en cuando se sigue escuchando, “ahora no pienses en el que tienes al lado”. Tiene su sentido, quieren que te concentres en Dios y eso es bueno. Pero realmente nos reunimos para estar con los demás. A veces la forma en la que hacemos las cosas en la iglesia lo dificulta (como la disposición de los bancos, el escenario…).
Pero la alabanza, cantada o hablada, es algo que se dice en comunidad. Es necesario que sea así. Una alabanza solo íntima es deficiente.
Algo importante: escoger u ofrecer canciones que sean para cantar en grupo. Y adaptar esas canciones para que se puedan cantar en grupo.
e. Expresamos y vivimos emociones
Recordar el Salmo 100.
Tenemos que reivindicar las emociones, pero tenemos que hacerlo de la forma correcta. Dos cosas básicas sobre ello:
- Alabamos con alegría, o cantamos con tristeza u otra emoción porque ya está en nosotros. A las fiestas vamos con un motivo. No tendríamos que ir a las fiestas para estimular una emoción. Si vamos a un cumpleaños, queremos festejar el cumpleaños, o tratar de sentirnos bien.
- Lo que sucede nos produce también emociones, aunque no es lo principal que tenemos que buscar, pero empezar a pensar y cantar sobre Dios, nos produce una emoción correspondiente.
- ¿Qué es lo que deberíamos evitar? Utilizar la música para influenciar en las conductas de las personas, aunque nuestra búsqueda sea sincera. Esto por una razón: la emoción no es un fundamento para que nuestra voluntad sea tomada correctamente.
Frase de Dallas Willard. “Uno de los peores errores que puede cometerse en la práctica del ministerio es el de creer que las personas tienen la capacidad de elegir creer y sentir de un modo distinto del que lo hacen. Dirigidos por esta premisa, intentaremos erróneamente generar fe a partir de la voluntad (pretendiendo probablemente activarla mediante el estímulo de las emociones). Sin embargo, la voluntad ha de ser actividad más bien mediante el entendimiento de la verdad y la realidad. Tal comprensión suscitará las emociones apropiadas a un nuevo estado de la voluntad. Este es el orden de los verdaderos cambios interiores”.
Renueva tu Corazón. Dallas Willard.
f. Proclamamos a Cristo
Cantar Salmo 108.
Como vimos también anteriormente, en los tiempos de adoración, lo que sucede es que decimos al mundo quién es Cristo, lo que hizo. Hablamos de su persona y de su historia.
¿Cantamos “Sólo en Jesús”?
Foto de Hanny Naibaho en Unsplash
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