“ No hay cosa mejor para el hombre (y la mujer) sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es la mano de Dios”

                                                                                              Eclesiastés 2:24

Este versículo hace referencia a una vida plena y satisfecha dentro de los planes de Dios. No trata del descontrol , del comer por comer o beber por beber, sino de la alegría y bienestar que deberían producir los actos habituales del día a día. 

En una época convulsa donde las personas viven como si no hubiera mañana, agobiadas y preocupadas por su bienestar; sin querer pensar en que la vida termina, pero haciendo estragos que perjudican a su cuerpo porque “no sabe qué pasará mañana”, Dios nos llama a vivir tranquilos y satisfechos disfrutando de cosas cotidianas y hasta rutinarias como pueden ser la comida, bebida y el trabajo diario.

 Parece que la gente ha salido de la pandemia con la sensación de que eventos que escapan de su control pueden modificar sus vidas hasta el punto de interferir en las relaciones personales e incluso en la estabilidad física y mental; pero, una vez más, en vez de acercarse a Dios, buscan consuelo y satisfacción en cientos de cosas efímeras que no proporcionan más allá de un placer temporal y en muchas ocasiones deterioran los cuerpos (fumar, beber, videojuegos, fiestas, estilismo,…)

 Veo constantemente gente que acude al médico porque no quieren enfermar pero son incapaces de abandonar malos hábitos y adquirir aquellos que les podrían beneficiar. Quieren resolver sus problemas a base de medicación y sin ningún tipo de esfuerzo por su parte.

 Poco se habla de cómo la sociedad en general ha dejado de cuidar su salud mental. Las personas no solo no leen (alimento diario para el cerebro) sino que se enorgullecen de no hacerlo. La incultura y la desinformación se ha instalado entre la población por la desidia de esforzarse un poco y buscar más allá de las imágenes gratuitas y dirigidas que a través de las redes impactan en las personas, llevándoles a aceptar como verdad las ideas más descabelladas y poniendo en tela de juicio evidencia científica contrastada y verificada. Personas que no entienden un manual de instrucciones  sencillo se atreven a dudar de las aseveraciones científicas de otras que han consagrado su vida al estudio y la investigación. No han leído en la vida a un filósofo o a un pensador pero siguen en redes al gurú de turno como si fuera lo más.

 En medio de este caos, La Palabra de Dios sigue siendo válida y actual y nos recomienda que volvamos a cambiar el chip, que nos alegremos y satisfagamos en las cosas habituales y simples. Que disfrutemos de lo que cada día tenemos que hacer, de comer, de beber incluso que nuestro trabajo sea para nosotros una fuente de satisfacción porque esto es sano, es recomendable y porque viene de Dios.

“Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre (y la mujer) que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; ¿por qué quién le hará ver lo que será después de él?”

                                                                                                           Eclesiastés 3:22

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