Entonces me llamarán, pero no responderé;
me buscarán de mañana, pero no me hallarán.
Por cuanto aborrecieron la sabiduría
y no escogieron el temor de Jehová.
Proverbios 1:20-28

Todo requiere un tiempo

Dios ha hecho el mundo para que funcione de una manera determinada, y muchas de sus creaciones requieren tiempo para formarse plenamente. El crecimiento de cualquier ser vivo lleva su proceso. El ser humano, a través del uso de la ciencia, ha conseguido acelerarlo, pero puede que algo se pierda en el camino. En una cosa tan sencilla como la elaboración de una comida, si añadimos los ingredientes en el momento preciso y aplicamos con paciencia una temperatura adecuada aunque tengamos que esperar, obtendremos una mayor recompensa en el sabor.

¿Una sabiduría rencorosa y falta de misericordia?

SI leemos los versículos 28 y 29 de Proverbios 1 fuera de su contexto, podría parecernos que Dios nos dice: “pues ahora no te ayudo, tuviste tu oportunidad, me rechazaste, pues ahora te dejo colgado, fastídiate”. De una forma algo vulgar expreso lo que pudiera ser una interpretación posible del rencor, y que además encaja con nuestras emociones o pensamientos en algunos momentos de la vida.

La sabiduría disponible

Sin embargo, esa no es la idea del pasaje. El contexto nos habla de que la sabiduría se puso a disposición en lugares donde era sencillo encontrarla, en la calle y en las plazas. Es posible que sea una alusión a los lugares donde se sentaban los ancianos a los que podías recurrir para escucharles.

Eso implica que el necio es el que no quiso aprovechar el tiempo para ser sabio cuando pudo. Es quizá aquél que piensa que no le hace falta conocer algunas cosas sobre la vida, o que se cree ya suficientemente sabio para perder el tiempo en esas cosas, o que supone que cuando lleguen ciertos problemas tendrá tiempo para buscar la solución.

Los momentos claves

Pero he ahí el error. La vida no funciona así. Estas palabras no son muestra de rencor, sino de una consecuencia natural de haber rechazado la oportunidad durante mucho tiempo de recibir la sabiduría. Lo que nos enseña el texto es que cuando necesitemos sabiduría no estará. Pero no es que no esté en las calles o en las plazas, donde no estará es en nosotros para poder afrontar las diferentes situaciones que nos surjan. Ya no tendremos tiempo de ir a buscarla, porque nos veremos decidiendo sin ningún tipo de fundamento. Hasta puede que ni siquiera nos demos cuenta de la propia necedad de nuestras propias decisiones y reacciones hasta que nos vemos arrollados por sus consecuencias.

En definitiva, la sabiduría no es un momento puntual en la vida, una revelación espontánea, una capacidad mental que uno puede usar cuando le llegue el momento. Es un proceso de maduración que se puede ir a buscar. Y cuanto más temprano mejor. Se encuentra en Dios mismo y en aquellas personas que temen y viven de forma continua con Dios. La encontramos en Cristo, que la ofrece de forma gratuita. Allí descubrimos en qué consiste vivir asumiendo de forma adecuada aquellas cosas que se nos han encargado.

La pregunta que nos queda por resolver ahora es si sabemos encontrar esas calles y plazas.

Foto de Johan Mouchet en Unsplash