Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies:
Ovejas y bueyes, todo ello,
Y asimismo las bestias del campo,
Las aves de los cielos y los peces del mar;
Todo cuanto pasa por los senderos del mar.
Salmo 8:5-8

El señorío de mujeres y hombres

El Salmo 8 tiene ecos del capítulo 1 de Génesis. En los dos textos se habla de la creación y lo hacen con elementos similares, como la repetición de los espacios físicos que ocupan los seres vivos (tierra, cielo y mar) o el énfasis en el cometido que se nos deja: señorear sobre los animales. Quizá podríamos encontrar varios significados a este señorío, como el de que como seres humanos tenemos una posición más elevada, pero también es claro que se nos da cierta responsabilidad y relación con lo creado. ¿Qué es lo que teníamos que hacer?

La ecología

La primera aplicación actual que nos viene a la cabeza es nuestra responsabilidad con el medio ambiente. Y es que, aunque en el momento en el que se escribió el Salmo no se tenía consciencia de la magnitud del desastre que como humanos podemos causar a la naturaleza, sí se tenía de la responsabilidad de la obra de Dios. Él había hecho algo hermoso y a nosotros se nos dio el privilegio de cuidarlo. 

La historia ha dejado constancia de que el hombre, de forma generalizada, ha hecho un uso egoísta y destructivo de la naturaleza. Su dominio ha sido nefasto.

El dedicarnos a las cosas vivas

Pero quiero proponer otra perspectiva que también tiene que ver con nuestra realidad. El salmo hace especial hincapié en las cosas vivas, en los animales, sin mencionar la vegetación o las cosas inertes. La pregunta que me hago es: ¿hasta qué punto el ser humano de hoy se está ocupando más de aquello que no tiene vida que de lo que sí la tiene? 

Ejercer señorío no es sólo hacer un uso económico o alimenticio del ganado, quizá tampoco es tan solo procurar llevar una vida que no los dañe (una vida ecológicamente responsable). También nos debemos cuestionar si hemos aprendido a convivir con ellas.

No estoy haciendo un llamado a que todos nosotros tengamos mascotas, y en realidad no sé con detalle cómo podríamos convivir con la naturaleza viva. 

Indudablemente, dedicarnos a las cosas vivas va a significar sobre todo tener en cuenta a las demás personas, y no sólo a las que conocemos. No estaría mal que de vez en cuando mirásemos a nuestro alrededor asumiendo la realidad de tantas personas que nos rodean y el valor que cada una de ellas tiene para Dios.

Pero se me ocurren otros gestos sencillos que podrían ayudarnos, por muy insignificantes que nos parezcan. Quizá me estoy metiendo donde nadie me llama, pero incluso si vivimos en ciudades, estaría bien echar un vistazo a los animales de nuestro alrededor, como las aves, gatos o perros. Tienen su belleza y vida particular, sin duda. Y no estaría de más reconocerlos más allá de los vídeos que tenemos en las redes sociales.

Encontrando sentido

¿Por qué puede ser esto bueno? Tengo dos sugerencias:

a. Porque tendremos más consideración a la vida en sí misma. Puede ser que nos hayamos olvidado de lo tremendamente asombroso de que la vida exista y que Dios haya tenido la iniciativa de darla.
b. Porque nos permitirá distinguir aquellas cosas que tienen más valor. En un mundo tan materialista, no estará de más levantar los ojos de la tecnología. Salir de una vida virtual a otra más real.

Foto de Mark Stoop en Unsplash