“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” Romano 11:36.

Me gustaría cuestionar la idea siguiente “tenemos un propósito en la vida”. Cuando escuchamos y leemos esta frase, y los comentarios que a veces la acompañan, parece que las personas tratan de “encontrar” un propósito como si buscaran una “tarea concreta a realizar, una tarea trascendente”. Muchas veces se transmite la siguiente idea: Dios tiene pensado un trabajo concreto que hacer al que además tenemos que encontrar un sentido. Y puede que se le acople otra idea: “si lo descubres te realizarás”. Es como si en Dios nuestra vida cobra sentido porque antes no teníamos ni idea de qué hacer y ahora sí tenemos algo importante que hacer.

Creo que hay una trampa en esta forma de pensar. Si buscamos en alguna versión en español de la Biblia la palabra “propósito”, encontramos que nunca está relacionada directamente con los seres humanos, sino con Dios. Aquí algunos ejemplos entre otros:

Romanos 8:28. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Romanos 9:11. Para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese…

Efesios 1:11. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad.

Entonces ¿es que nuestra vida no tiene propósito? 

Bueno, pues según cómo entendamos la palabra. Si estamos hablando de “el sentido” de nuestra vida, es decir, de el “para qué” existimos, pues claro que sí, mirándolo desde esa perspectiva, nuestra vida tiene “un propósito”, un “sentido”. Pero ese sentido no es necesariamente “una tarea”, “un trabajo concreto”. Desde ese punto de vista ¿qué propósito tuvo la vida de aquél que se entregó a Jesús cuando murió poco después que él en otra cruz a su lado? Aunque no tuvo tiempo de hacer ninguna tarea, su vida cobró sentido para Dios.

¿Cuál es ese sentido o propósito? Pues vivir para, con y por Dios, Cristo, el Espíritu. Podríamos citar varios textos que reflejan varios matices de esta realidad, pero pongamos sólo uno: 

“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” Romano 11:36.

Y es que el matiz es importante y afecta a la hora de vivir el tiempo del que disponemos. 

  1. Si vivimos buscando un propósito específico para nuestra vida, podemos vivir algo perdidos y puede que hasta frustrado cuando no lo encontramos, cuando lo que hacemos no es importante y no parece tener un sentido eterno. Más aún si alguien conocido que sí ha encontrado una tarea específica nos anima a ello y deseamos ese tipo de vida que enriquece a los demás de forma tan destacada. 
  2. Sin embargo, cuando vivimos tratando de que nuestra vida sea de Dios, que exista por Dios, que se dedique para él, pues en cualquier cosa que nos venga a hacer a la mano, la administramos, “gobernamos”, junto con él. Y si lo que tiene que pasar es nuestra muerte, pues de ella se gloriará Dios.

Dios se maravilló contemplando su creación y en eso obtuvo Gloria. Con cada cosa que está para hacer de nuestra mano, haciéndola bien, haciéndola para otros, con esfuerzo, con agradecimiento, Dios la contempla y obtiene gloria y así nuestra vida cobra sentido. Contempla en nosotros la obra que hizo Jesús y obtiene gloria de ella.

Por tanto, y pecando de insistir: la vida no consiste en encontrar una “tarea” específica para hacer, sino en que todo lo que viene a nuestra mano sea de él, por él y para él. Ese es el propósito. Y eso da descanso y bienestar, es decir, shalom.

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