Los cielos cuentan la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otra noche declara sabiduría.
Salmo 19:1-2

Todo comunica

Es imposible no comunicar. La presencia de un ser o de una cosa nos dice algo inevitablemente. Voluntaria o involuntariamente. Lo podemos comprobar en nuestra vida cotidiana. Una persona a nuestro lado siempre nos transmite alguna señal. Su ropa, su expresión, su piel, su postura. Incluso el rostro más adusto tiene información.

¿Y Dios? Tampoco o mucho menos. Si bien no le vemos, nos habla a través de todo lo que él ha hecho. Su creación es comunicación y eso es lo que nos enseñan los primeros versículos del salmo 19: Dios continuamente y en todo lugar se está comunicando. 

La comunicación continua de Dios

Es cierto que Dios no siempre tiene algo que decir en cuanto a nuestras decisiones cotidianas. No hay en todo momento instrucciones precisas sobre la organización de cada uno de nuestros días. Pero Dios desea comunicarse a diario a través de su presencia. Quiere dejarse ver y que le podamos apreciar.

¿Dónde encontraremos a Dios? La pregunta más bien es ¿y dónde podríamos ir donde él no pueda estar? ¿Qué hay en este mundo que impida que él esté donde nosotros? El está disponible todo el tiempo y en todo lugar. Y al acercarnos nos habla de sí mismo. Sin palabras, pero nos llega el reflejo de su esplendor.

Haciendo oídos sordos

No obstante, podemos ver su creación y no verle. Es más, puede que estemos esforzándonos en no encontrarlo al vivir en un mundo cada vez más superficial y virtual, donde la mano de Dios no es menos visible, sustituyéndola por cosas que provienen de la mano del hombre. Tememos lo que pueda pasar si me encuentro con él cara a cara.

Así que, Dios se comunica todo el tiempo, ¿me encontrará a mí entre los que están dispuestos a escuchar y han aprendido a escucharle?

Foto de Greg Rakozy en Unsplash